Lección en la escuela de mutantes

eduardo galán blanco

CULTURA

«X-Men: Apocalipsis» ofrece el mejor trabajo de dirección en una película de superhéroes

26 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Algunos directores de renombre se han atrevido con las películas de la Marvel, obteniendo desiguales resultados; desde Sam Raimi hasta Kenneth Branagh, pasando por Ang Lee o Guillermo del Toro. Y, tras tres intentos no del todo insatisfactorios, el sospechoso habitual Bryan Singer nos ofrece ahora el mejor trabajo de dirección en una de superhéroes. Toda una lección, porque, aunque parezca imposible, en esta tercera precuela de los X-Men casi todo tiene sentido, ¡en medio del despropósito que, por pura definición, suelen ser las películas de mutantes! Los efectos no están salpicados al albur, el guion es coherente dentro del delirio genérico y hasta los intérpretes parecen tomárselo más en serio que a broma. Sí, hablar de dirección de actores en una película de tipos disfrazados con mallas puede que suene a disparate, ¡pero en X-Men: Apocalipsis existe! Y el sentido del humor es tan retranqueiro como subterráneo, con ese Apocalipsis encapuchado cual monje medieval, vagando por las calles del Cairo y preguntando bajito: «¿Quién manda aquí?».

El reclutamiento de los mutantes de la Academia del profesor Xavier -que en el fondo viene a ser como un Hogwarts de magia y hechicería- deviene ingenioso. Y el trabajo en la mina polaca de Magneto tiene su coña predestinada. Creerte las desventuras de un tipo con ese ridículo casco «de romano» suena a misión imposible, pero Michael Fassbender imita a un personaje de tragedia clásica con bastante más convicción que en su plomizo Macbeth. Además, el filme acumula momentos afortunados de verdad, como ese del rescate de mutantitos en la escuela incendiada; una secuencia brillantemente coreografiada y planificada, con combinación asombrosa de acelerados, ralentizados y congelados. Una de las más memorables en la historia de la imagen de síntesis.

En fin, creemos que X-Men: Apocalipsis agradará a los agnósticos de la generación que conocimos a la Patrulla-X tuneada en los cuadernos de Vértice. Y, si nos apuran, es una película que incluso pude ser vista por espectadores refractarios a cualquier ser mutante.