Nunca se habló tanto, ni con tanto fervor y pasión, de las cabalgatas de Reyes como en estas Navidades. España tiene un Gobierno en funciones. Y la nueva legislatura puede ser corta, inestable y agitada. Pero eso importa muy poco cuando tres figuras de leyenda se han convertido, por su estrafalario atuendo, en protagonistas del debate político y de todo un escándalo en Twitter: el #cabalgate.
Más allá de lo que dice la Biblia, tenemos muy poca información veraz sobre Melchor, Gaspar y Baltasar. Pero muchísima gente ha opinado en las redes estos días sobre las extravagantes vestimentas que lucieron sus majestades de Oriente en el muy controvertido desfile del día 5 en Madrid. La polémica aún colea. Y coleará más que la desatada en fin de año sobre el vestido de Cristina Pedroche. Porque es un arma política.
Los marinos, tan sabios para algunas cosas, dicen que no se debe orinar o escupir contra el viento. Por motivos obvios. Ese consejo debió haberlo seguido la exdiputada del PP Consuelo Álvarez de Toledo, también directiva de la fundación FAES (PP), antes de escribir en Twitter: «Mi hija de 6 años: ?Mamá, el traje de Gaspar no es de verdad?. No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás». Incendió las redes. Pero consiguió el resultado contrario. Muchas risas.