El legado oculto de Sánchez Estalote

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

ramon sanchez estalote

Una exposición saca a la luz los extraordinarios fondos de un fotógrafo ambulante compostelano que retrató una Galicia inédita y ya desaparecida

07 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante años, Moncho y su cámara Leica fueron una presencia cotidiana en Santiago. A los 14 había entrado a trabajar en Fotos Gamallo y ya octogenario seguía ejerciendo como retratista. Su muerte en el 2002 privó a la ciudad de un habitual de sus calles y cafés, pero a cambio ha permitido descubrir, más de un decenio después, el extraordinario fondo fotográfico que atesoraba.

Ramón Sánchez Estalote, nacido en 1908, vivía con sus hermanas. Cuando falleció la última de ellas, sus sobrinos encontraron en su piso centenares de fotografías y negativos, de los que una pequeña parte, en torno a 250, se exponen en la muestra organizada por el Consorcio de Santiago en colaboración con el Museo do Pobo Galego. La comisaria, Mercedes Rozas, recordaba ayer el asombro, primero de los familiares y después el suyo propio, cuando comenzaron a profundizar en la colección que Sánchez Estalote dejó tras de sí sin haber hablado de ello: Santiago, sus edificios, calles y habitantes, pero también imágenes de A Coruña, Vigo y Muros. Es la «memoria dun tempo», como se titula la muestra, que se inaugura hoy y se reparte en dos sedes: la Casa do Cabido, donde se han agrupado las instantáneas más vinculadas a Compostela, y el Museo do Pobo, con un espectro geográfico más amplio.

Para muchos, incluso los que trataron o fueron retratados por Sánchez Estalote, será una sorpresa descubrir este legado. «Hacía muchas fotos de Santiago que luego se utilizaban como postales, aunque no llevaban su firma», recuerda Mercedes Rozas. Pero el retratista no se conformaba con esa primera función turística, sino que su mirada captaba la vida en toda su complejidad. «Le interesaban especialmente los oficios y por eso hay tanta presencia de leiteiras, de la actividad de los feriantes, así como la derivada del mar», confirma la comisaria.

Etnografía y estética

Esta vocación casi etnográfica se ha revelado ahora como una de las principales cualidades que aportan valor al trabajo de Sánchez Estalote, pero no se agota en sí misma ni en el evidente hecho de que testimonia una Galicia que en buena medida ya ha desaparecido. También tiene una dimensión artística. «Él era consciente de que estaba siendo notario de su tiempo, de estar haciendo historia, pero también le preocupaba la estética, como se aprecia en series que experimentan con sombras, o su uso del primer plano en retratos humanos o el objetivo más abierto ante los paisajes», describe Rozas. Estaríamos ante un caso análogo al de Virxilio Viéitez, redimensionado con el paso del tiempo. Rozas cita a Catalá Roca o Luis Escobar como otros referentes para entender las imágenes de Sánchez Estalote.

La muestra presenta algunas de las imágenes originales del fotógrafo -varias de ellas iluminadas a mano por él mismo- junto a otras que han sido recuperadas por Xulio Gil. Fue una selección, según reconoce la comisaria, difícil debido a la abundancia y calidad del material, que previsiblemente ofrecerá amplias posibilidades a futuros investigadores.

También resulta un enigma la vida privada y profesional de Sánchez Estalote, de quien poco se conoce. Una carta de un colega permite intuir que su ideología anterior a la Guerra Civil era socialista. Y, sin embargo, fue fotógrafo oficial de Franco, a quien retrató en diversas ocasiones, imágenes que también forman parte de la muestra. Cuando Eva Perón visitó Santiago en 1947, allí estaba Moncho para fotografiarla. Y a juzgar por la cercanía de los planos, en primerísima línea.