La suya, a diferencia de lo ocurrido con otros escritores que vivieron bajo el comunismo, fue una existencia sin grandes traumas. Wislawa Szymborska nació en Polonia en 1923. Hija de un padre próspero e ilustrado que ejerció en ella una envolvente influencia, creció entre privilegios. Tras la muerte de su padre, a sus 13 años, su vida cotidiana, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial, se hizo precaria.
Szymborska decía que hablar de uno mismo empobrece el espíritu. Rechazaba la idea de ventilar su privacidad. Anna Bikont y Joanna Szczesna, autoras de este minucioso estudio biográfico, finalmente la convencieron. La edición, profusamente ilustrada con retratos de todas sus épocas, es dos veces gratificante: para los lectores de poesía y para los amantes de la fotografía.
Además de la investigación propia del género -conversar con amigos y conocidos, desempolvar viejos documentos, ir a los lugares que fueron lugares de la poeta-, las autoras revisan a fondo el cuerpo poético creado por Szymborska, y logran encontrar allí las señales biográficas de la mujer que en 1996 recibió el Premio Nobel de Literatura.