¿Quién quiere a Grey?

CULTURA

14 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Ahora vendría bien un monólogo tipo Dani Rovira haciendo como hizo en la gala de los Goya esos momentos «Movie Record, pampampán» e imaginárnoslo encima del escenario representando el tráiler de Cincuenta sombras de Grey. Con sus estiramientos, sus jadeos, sus manos atadas, su camisa desabrochada o a punto de reventar, como la lleva Varufakis, ese icono estilístico venido del sur. Con esa camisa convertida en metáfora de Europa, apretujada hasta el extremo y con ánimo de estallar. Que dan ganas de decirle, como sugería una compañera el otro día, que sí, que te compro deuda. Bueno, pues algo así bien montado, con sus ruiditos, sus suspiros y todos los elementos comunicativos necesarios para desarrollar esa intensidad, pero poniéndole la gracia que le echa Dani. Porque sin esa carcajada y esa risa floja, lo demás ya lo hemos visto. Tanto bombo para que la película esté contada. Puede traer cola (y mucha) y arrasar en taquilla, pero da lástima pagar para lo que ya hemos consumido en las últimas semanas. Todas en esas imágenes promocionales en televisión, en el cine o en el ordenador nos han revelado el clímax de la película. Unos diez segundos máximo. Que viene a ser el tiempo concentrado de una buena alegría. Como un tráiler o un capitulito resumido. No es necesario estirar más si la peli es corta.