El padre Casares confiesa a Matalobos

Pilar Vegas

PLATA O PLOMO

Luis Iglesia y Pedro Alonso, dos de los intérpretes más populares de la televisión en Galicia, dan un repaso ?a sus carreras y analizan el presente y el futuro del sector audiovisual en una charla en sus estudios de rodaje

23 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Pueden parecer dos personas muy alejadas por los papeles que representan en la ficción. Pero, por suerte para el encuentro, ambos se parecen más al amable padre Casares que al gélido capo mafioso Carmelo Matalobos. Pedro Alonso habla quedo, tranquilo, reflexivo, también - advierte- cansado por las jornadas del rodaje que acaba de concluir de la próxima temporada de la comedia televisiva que protagoniza en TVG. Ahora le quedan tres semanas de descanso por delante para olvidarse de su alzacuellos. Esta vez reposará de verdad, no como sus pasadas vacaciones, en que, paradójicamente, para desconectar de Padre Casares recorrió el Camino de Santiago. Eso sí, de incógnito.

Luis Iglesia ha empezado la cuenta atrás para volver a rodar en septiembre la segunda temporada de Matalobos . De hecho, tras la entrevista, ya se lleva bajo el brazo algunos guiones para ir estudiando en casa. Puede que sea por las vacaciones, por el descanso. El actor de Riotorto, que siempre utiliza el gallego al hablar, transmite tranquilidad con unos ojos de sinceridad casi infantil, muy lejos de la mirada inquisitiva del patriarca de los Matalobos.

A los dos actores les unen muchas opiniones. Los dos bromean con hacer una incursión en la serie del otro. «En Matalobos ya tenemos un cura. Pero mamá [el personaje doña Carme, que interpreta Luisa Merelas] lo tiene bastante asustado, eso sí». En el encuentro, al término del rodaje de Padre Casares, charlan de todo un poco: del sector audiovisual en España, en Galicia, de su día a día, de los compañeros, del futuro de la profesión, de que los quesos y jamones ya no son lo que eran... De una industrialización voraz en busca del máximo beneficio que puede deteriorar el producto. Y no solo se refieren a los fiambres...

-Pedro Alonso. Nos conocemos hace dos años o así...

-Luis Iglesia. ¡Ay, qué mala memoria tienes! Nos conocimos tomando unas cervezas en Santiago hace unos cuatro años. Yo tengo memoria para la anécdota. Luego no me preguntes de otras cosas?

-P. A. Sí, nos presentaron, pero conocernos de hablar, de tratarnos, empezamos hace poco. Yo he vuelto hace unos cinco años a trabajar a Galicia, antes siempre estuve fuera.

-Pregunta. Pero nunca habéis trabajado juntos, ¿no?

-P. A. No, pero yo he estado a punto de entrarle a Carlos Portela, que es el padre de la criatura [guionista de ambas series] y decirle que me rapaba el pelo y me iba con los Matalobos a repartir mamporros por ahí.

-L. I. Te gustaría, ¿eh? El Padre Casares con Carmelo Matalobos... Menudo...

-Pregunta. No tienen nada que ver los dos personajes ni las dos series, pero ambos estáis viviendo un momento de éxito profesional, como las series de televisión.

-P. A. Yo soy poco triunfalista. Hace cosa de tres años que decían que el audiovisual o la ficción iba a desaparecer de TVG. La percepción de que las cosas están yendo de otra manera es reciente. Sí es verdad que parece que hay un salto de calidad...

-L. I. Todo esto empezó con hechos como Mareas vivas o Pratos combinados, que calaron bien. Luego, entre el 2002 y el 2007 se estaban rodando siete series al año en Galicia, con la idea de «esto funciona y vamos a arrasar». Yo creo que ni estábamos preparados en general ni había tanta gente buena en el sector a todos los niveles. No había gente para hacer siete series, pero hubo ahí un subidón... Ahora creo que se empezó a estabilizar y creo que también hay cambios.

-P. A. Lo que sí empieza a haber son profesionales en todos los departamentos del audiovisual y que los reclaman para trabajar en cualquier sitio.

-L. I. Estamos exportando de todo, directores, creadores, actores.... Y la gente de Galicia es muy cotizada. Estamos tan acostumbrados a trabajar en condiciones de presión que cuando de repente te dan un poco más de tiempo, bueno vamos sobrados.

-P. A. Para mí es uno de los peligros del audiovisual gallego, que se venga a buscar ese tipo de trabajador a Galicia, gente a la que creen que pueden pagar una tercera parte y que rueda más rápido, porque podemos cumplir ese ritmo de trabajo.

-L. I. Sí, que se convierta en un Taiwán del audiovisual.

-P. A. Esto pasa en todos los sectores. Por ejemplo, esa tendencia hace ir hacia que el jamón curado no exista... Es básicamente un tema de tiempo y cuartos.

-L. I. Eso pasa con el queso, que ahora llaman queso curado al curado ayer. Y eso pasa factura. El resultado no es el mismo. Repercute en la calidad, en todo. Pero aparte de eso, creo que hay que repasar los tópicos. Por ejemplo, siempre estuvo el cine en un pedestal. Y yo creo que probablemente hoy no es la mejor época para el cine. Porque hay mucha diferencia entre el cine que se hace y el cine que se distribuye, que es solo una parte de ese cine y, en mi opinión, la menos interesante... Las salas ponen solo productos americanos y ni siquiera los productos americanos que proyectan aquí son los mejores de los que se hacen. El problema grave es la distribución. En Galicia hay buenas películas, pero las que llegan a las pantallas son tres y apenas están en cartelera.

-P. A. ¡Mira lo difícil que es ver cine de cierta calidad en Galicia! No puedes ver nada en versión original, oír a los actores...

-L. I. Es imposible. A los americanos les ha pasado con las películas igual que con la comida. Han hecho el fast food y ahora se empezó a hacer el fast film . En la televisión está pasando lo contrario. Esos caminos que va abriendo la cultura los está abriendo la televisión de la manera en que no los está abriendo el cine.

-P. A. Antes, hace catorce años, cuando yo empecé a trabajar, hacerlo en la tele era algo degradante. Y yo dije «no voy a trabajar en la tele». Y tengo que comerme mis propias palabras. No es nada degradante.

-L. I. Yo lo veo por mi propia familia. Compran colecciones de películas buenísimas con la prensa que no puedes ver en el cine. Y encima, lo ves en tu casa.