Tras vivir el acoso escolar de su hija, este padre se forma como mediador y funda un proyecto para luchar contra esta lacra
30 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Esta es la historia de un padre que cogió el toro por los cuernos cuando vio a su hija sufrir. El acoso escolar se coló en el tuétano del núcleo familiar. Después de tres años de agonía, noches sin dormir, mensajes repulsivos de adolescentes y la inacción de las Administraciones, todo se solucionó con el cambio de colegio de la víctima. Aquello dejó un sabor de derrota al padre de la cría, Fernando Nani Ucha pero, lejos de ignorar el resto de casos cuando ya estaba resuelto el de su hija, se metió de lleno en esta grave lacra que periódicamente provoca tragedias entre los adolescentes.
Mariscador de profesión, Nani comenzó a estudiar para formarse en este delicado terreno. Hoy tiene el título de mediador familiar y educativo, así como el máster en Programación Neurolingüística por la Universidad Juan Carlos I. «Tengo los mismos estudios que Pedro García Aguado», apostilla Ucha en relación al popular Hermano mayor de televisión. «Si he dado este paso es porque me sentía culpable de ser un padre que no ha sido capaz de ver cómo su hija sufría acoso en las aulas», explica.
Este hombre inquieto ha conseguido el apoyo de la Fundación Morillo Trinidad, una entidad nacida hace dos años en Madrid para fines sociales y que ha abrazado con entusiasmo el plan de este sadense contra el acoso en las aulas. «Vimos a Nani muy involucrado cuando nos lo planteó y el propio presidente de la fundación propuso que fuera él mismo quien desarrollara el proyecto de bullying», explica Sergio Merlán, responsable de la Fundación Morillo Trinidad en Galicia.
Así, en el próximo curso Nani y su equipo desarrollarán programas en varios centros educativos. Ya está confirmado el instituto Isaac Díaz Pardo de Sada. «Y hemos propuesto desarrollar nuestro proyectos también en Sada y Contornos, Mosteirón y en algunos de A Coruña como Adormideras y Salesianos», explica Nani Ucha.
Emplea un método inspirado en el modelo islandés (conocido como Kiva) con protocolos para descubrir casos. Por ejemplo, se invita a escribir en un papel los tres mejores amigos de cada alumno y los profesores descubren si hay algún alumno del aula que no aparece en ninguno. «Entonces se rehacen grupos de trabajo para dar más protagonismo y visibilidad a esos que nadie ha citado en el papel. Lo importante en el acoso es descubrirlo a tiempo», explica.
«Esto es una plaga, no es que haya uno o dos casos concretos, sé de chavales de 13 años que controlan a sus novias -relata Ucha-, o niños enganchados a Internet hasta el punto de esperar a que sus padres se duerman para irse fuera de casa a refugiarse junto a una red wifi».