Salvavidas por dos horas a bordo de la lancha de Cruz Roja

diana r. mata, f.e. A CORUÑA / LA VOZ

SADA

Durante la salida participaron en un simulacro de un rescate marítimo.
Durante la salida participaron en un simulacro de un rescate marítimo. < / span>

Los ganadores de un concurso disfrutaron ayer de una travesía a bordo de un bote de salvamento marítimo

29 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Qué tienen en común una antropóloga, una abogada y un teleoperador? ¿Por qué recorrieron ayer las costas coruñesas a bordo de una embarcación de Salvamento Marítimo? La respuesta a esas dos preguntas coincide: son voluntarios de Cruz Roja.

La asociación propuso un concurso para sus afiliados en redes sociales. El único requisito era contar la experiencia que más les hubiese marcado durante sus voluntariados. Alicia Dorado, Rafa Anido y Beatriz Calavia fueron los afortunados. ¿El premio? Presenciar una práctica de salvamento marítimo con una de las patrullas encargada de los rescates y formadas, en gran medida, por miembros de la organización.

Los ganadores llegaron nerviosos al recinto situado en el dique de abrigo. Mientras se presentaban, contaban las historias que los habían hecho llegar allí. Había que equiparse, «lo primero es la seguridad», comentó José Ramón de Bernardo, jefe de la base. Todos se ataviaron con cascos y chalecos salvavidas «por lo que pudiese pasar». Entre bromas se dirigieron a la embarcación Condesa Emilia Pardo Bazán, en la que se hizo la travesía.

El barco arrancó y con él las anécdotas. Alicia pertenece a la Cruz Roja de Sada y trabaja con niños, dando apoyo socioeducativo a menores en riesgo de exclusión. «Lo nuestro es como una academia, ayudamos a los niños a hacer los deberes. También repartimos meriendas, para ellos es como ir a un cumpleaños», comentó. Aseguró que el voluntariado siempre deja una sensación agridulce, «sientes que estás ayudando, pero no lo suficiente». Fue la historia de un niño quien la montó en el barco. Nunca había jugado al fútbol porque no tenía botas. «Unas zapatillas de 15 euros lo hicieron feliz», dijo.

La barca estaba ya frente a las playas del Orzán y Riazor cuando empezaron los mareos. Bea vino desde Santiago para disfrutar de la experiencia, en su tiempo libre hace compañía a personas mayores. «Estoy muy mareada, pero esto tengo que verlo. Es precioso», dijo saliendo de la cabina de mandos para poder disfrutar de las vistas. «El voluntariado te llena. Tú ayudas, pero también disfrutas, es algo recíproco», comentó una vez pisó tierra.

El vaivén del barco no afectó a Rafa que, tras el viaje, comentó: «No me importaría meterme en esto, me parece que este trabajo es una pasada». También se mostró muy contento con la labor que desempeña en el EBAE ayudando y dando información a las personas que lo solicitan.

Pese a trabajar en diferentes zonas y dedicarse a diferentes ámbitos, los tres improvisados marineros coincidieron en apuntar que «es más lo que te dan que lo que das tú, por eso merece la pena». Antes de despedirse, agradecieron a Salvamento Marítimo la oportunidad de poder conocer cómo trabajan estas patrullas.