La utilidad de la obra dependerá de cómo se resuelvan los accesos y se separe el tráfico

Eduardo Eiroa Millares
E. Eiroa A CORUÑA / LA VOZ

OLEIROS

Los especialistas no critican el plan, pero consideran que las soluciones han de ir más allá del ancho de la plataforma

09 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1901 un montón de carros cargados con piedras pasaban sobre un puente que cruzaba la ría para hacer una última prueba de resistencia al peso antes de su apertura. Nacía el puente de A Pasaxe, que desde entonces no ha dado, en lo esencial, más de tres vueltas.

Ese puente con un carril por sentido sirvió hasta 1978, cuando se sustituyó por el actual, al que a finales de los noventa se le añadieron los actuales enlaces en semitúnel desde Perillo, el viaducto y la rotonda que tiene debajo. Y nada más hasta ahora. Los especialistas en carreteras sí veían necesaria desde hace tiempo una actuación, está por ser si la solución aportada resuelve los problemas.

«Es indudablemente una opción de futuro, no tanto por la ampliación de la capacidad viaria, sino por poder convertirse en un revulsivo para que la ciudad y el área metropolitana piensen en las relaciones con los municipios de la periferia», indica Carlos Nárdiz, ingeniero de caminos y profesor en Arquitectura. La obra «tiene también que acertar con los accesos, no solo desde el punto de vista funcional y paisajístico, sino también en relación a los paseos del borde de la ría como espacios públicos», dice, y recuerda que en la ciudad quedan muchas cosas pendientes sobre el futuro del borde litoral.

El decano de Caminos, Ignasi Colominas, apunta que, como vecino -no conoce los detalles del proyecto-, sí ve una necesidad, transcurridos veinte años desde la última obra, de realizar algún tipo de mejora. «No sé si con ocho carriles se arregla el problema», dice en alusión a que ese ensanchamiento puntual, por sí mismo, no mejorará esencialmente la fluidez. «Imagino que se habrán estudiado los enlaces», apunta. Es en ellos donde se dirimirá la utilidad o no de la ampliación.

Más crítico se muestra Rafael Astor que fue ingeniero del Concello de Oleiros y conoce bien la problemática. «Los trenzados son más peligrosos cuantos más carriles haya», dice. Así, los coches que tengan que cambiar de lado a lado para dirigirse a un lugar u otro ampliarán el riesgo de accidentes. «En mi opinión, lo que se debe hacer es discriminar los tráficos, separándolos, dejando el eje con dos carriles por sentido y a sus lados poner vías de servicio», dice.

En su día llegó a proponer la creación de un segundo puente, paralelo, que acogiera todo el tráfico cercano, el que va a las playas y Santa Cristina, separándolo del que se dirige a Sada y a la nacional. Considera que así se reduciría la siniestralidad.

El problema de A Pasaxe en Oleiros es darle continuidad al puente. Hacia Santa Cruz resulta imposible porque la carretera actual no se puede ensanchar sin afectar a cientos de casas. Tampoco hacia la nacional hay más sitio para asfalto. Sí lo hay para soterrar el tráfico a la altura del Sol y Mar, eliminando así un semáforo generador de embotellamientos, una vieja demanda municipal ahora encarrilada.

Los seis carriles siguen igual 40 años después

La Voz publicaba el 25 de junio de 1978 la conclusión de las obras del puente. Habían durado seis años y habían permitido sustituir la vieja estructura, que sufrió hasta derrumbes en los años sesenta, y dotar a la ciudad unos accesos más dignos. Ya entonces hubo ingenieros que consideraron que aquella obra era insuficiente para las necesidades de tráfico. Desde entonces el puente no ha variado, y hoy sigue dando servicio con esos mismos seis carriles, pero con el doble de tráfico del que discurría por allí en los años setenta.