Kaydeda tendrá su museo en el castillo

Elena Silveira
Elena Silveira OLEIROS / LA VOZ

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Fotos: elena silveira

Técnicos municipales elaboran el proyecto para reubicar este verano en Santa Cruz la colección de olería, de más de 5.000 piezas, y poder incluirla en la red de la Xunta

24 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El escritor, historiador, pintor y escultor José María Kaydeda era el propietario de una de las mejores colecciones de olería de toda Europa. Ya antes de su muerte, en el año 2006, donó todas las piezas al Concello de Oleiros y se puso al frente del museo que se abrió en el Pazo As Torres de Santa Cruz. Cuando él desapareció, el museo se quedó huérfano y el gobierno local decidió el año pasado darle otro impulso contratando a Ana Justo. Esta experta, junto con Alfonso Gómez, realiza un ímprobo trabajo catalogando todas las piezas y elaborando el proyecto que permita conseguir la declaración de colección visitable, previa a su inclusión en la Red de Museos de Galicia, algo que abrirá las puertas a multitud de ayudas y subvenciones así como a un incremento del personal que lo atiende. «Y esperamos poder conseguirlo», confirman ambos.

Ahora están centrados en elaborar el proyecto de musealización, hacer una revisión completa del inventario (hay más de 5.000 piezas), organizar las salas de reserva (las que no están en exposición), elaborar el plan de difusión del futuro museo así como el inminente traslado al castillo de Santa Cruz. «¿Fechas? Todavía no hay una oficial», explica Ana. Aunque el gobierno local pretende que el cambio de ubicación se concrete antes del verano, coincidiendo con el período de más afluencia de turistas a Santa Cruz. La sala de exposiciones ocupará toda la planta baja del castillo y las oficinas que actualmente se destinan al Ceida (Centro de Extensión Universitaria e Divulgación Ambiental de Galicia) se trasladarán al Pazo de Lóngora. En la segunda planta estarán las oficinas del museo y se conservará el actual auditorio: «Porque lo necesitaremos para todas las actividades que se quieren realizar allí», confirma Ana Justo.

La actual falta de espacio hace urgente este cambio de ubicación, ya que en exposición hay cerca de 2.000 piezas, pero el resto se acumulan en lugares de lo más insospechado, como los baños o las escaleras del pazo. «La colección creció mucho y estamos desbordados. De todas formas, no se llevará todo al castillo. Muchas piezas se quedarán aquí, en As Torres, en un almacén en la segunda planta». Así, la primera, que actualmente se dedica a la exposición, quedará libre para actividades municipales y vecinales.

Muñecas hechas en Mera y jarras solo para las novias

Son casi 5.000 piezas. En realidad, 4.400 inventariadas y otras 550 en proceso de catalogación. «Estas últimas son las que fueron entrando desde el año 2006, cuando falleció José María Kaydeda», explican Ana Justo y Alfonso Gómez. Entre toda esta ingente cantidad de olería hay auténticas joyas. Unas, por su valiosa aportación etnográfica, y otras, por su antigüedad.

Entre las más curiosas destacan dos cabezas de muñeca elaboradas en la antigua fábrica de ladrillos de Mera. «Cuando murió el propietario, después de la Guerra Civil, su hija cambió la producción. Las piezas que se desechaban porque tenían defectos acababan en manos de las hijas de los trabajadores. Y una de esas niñas atesoró estas dos piezas durante muchos años», comenta Ana Justo. Alfonso Gómez también rescata del anecdotario una jarra centenaria con forma de gallina y que lleva la inscripción «Rdo de Oleiros». Se trata, según comenta, de una «pieza excepcional, un misterio» ya que supuestamente fue elaborada en el municipio, «pero no nos consta que en Oleiros hubiera alfares».

José María Kaydeda y su mujer, Teresa Jorge, recorrieron la geografía española visitando alfares y recopilando piezas de todo tipo. En Úbeda (Jaén) encontraron el recipiente donde las mujeres se apoyaban para parir a sus hijos. Y el artesano decía que hasta los años 70 y 80 las seguía vendiendo. «Era una pieza muy valiosa, y se prestaba de una casa a otra. Tiene una abertura para que pudiera intervenir la matrona», explica Alfonso, al mismo tiempo que comenta que esta pieza estuvo en una exposición en el Gaiás, y el actual Rey, Felipe de Borbón, no daba crédito a la historia. En la colección también hay una pieza especialmente valiosa: una jarra de novia de Guadix (Granada). Solo podían tenerla las futuras esposas de un alfarero. «Era como el regalo de pedida de entonces. Y tenía una elaboración complicada por tanto detalle. No puedo ni imaginar el cuidado con el que la meterían en el horno», explica Ana Justo. Y en la sala donde se atesoran las piezas más antiguas (en este espacio también se expone otra colección excepcional de cerámica precolombina recopilada por Kaydeda y su esposa) hay un ejemplo del valor que tenían antiguamente las piezas de barro: «Este calorífero o caneco se rompió. En vez de tirarlo unieron las piezas con grapas y aplicaron una impregnación con cal para impermeabilizar las grietas. Siempre se lo enseñamos a los niños, para que aprecien el valor de las cosas».