«Ten cuidado con lo que le dices a un niño, porque se lo cree»

MONTSE CARNEIRO A CORUÑA / LA VOZ

OLEIROS

PACO RODRÍGUEZ

Una economista de 26 años abre un centro para pequeños emprendedores tras verificar su método y recibir varios premios

10 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

A Noemí Bellas la declararon tonta a los 12 años. Con esa edad ya había fundado un periódico semanal, El eco del barrio, en Salvador de Madariaga, financiado con publicidad pagada por anunciantes de la zona en el que daban cuenta de la actualidad local, denunciaban tropelías y entrevistaban a vecinos artistas como Yolanda Castaño. «Cruzábamos la ciudad para imprimirlo al precio más bajo y que el margen de beneficio fuese mayor», recuerda. También había alentado un mercadillo en el parque con cachivaches y cosas que habían dejado de usar en las casas de sus amigos. Iba al Conservatorio, a teatro, baile, presentaba funciones escolares. Hasta que llegó a secundaria y la declararon tonta. «Empecé a suspender y en el colegio les dijeron a mis padres que a ver si llegaba a estudiar una FP (como si fuera malo) y que necesitaba mucho refuerzo. Me pusieron la etiqueta y yo me lo creí. Ese es el problema. Creí que estaba por debajo de los demás. Por eso siempre digo: ‘Cuidado con lo que le dices a un niño, porque se lo cree’. Y si le dices que es tonto se va a comportar como un tonto».

A Noemí Bellas le llevó tres años sacudirse la tontería -«maduré y entendí lo que me pedía el sistema, que no tenía nada que ver con las habilidades que había adquirido en mi infancia»- y en bachiller descubrió que lo que realmente le gustaba era una asignatura nueva de la que nunca había oído hablar y que se llamaba economía. «La economía como herramienta, no como fin. Lo que me apasionaba era el mundo de las ideas. Revisando mis libretas, un día vi que estaban llenas de prototipos de productos, logos, marcas, de todas las cosas que iba a montar».

Los valores

La fragua estaba a punto. Con esa riqueza de experiencias cultivada desde la infancia que le fue refinando el gusto y la sagacidad con que eligió su formación de grado y posgrado, solo había que esperar. «Yo creía que el trabajo en equipo, la comunicación o la creatividad son claves para conseguir lo que quieres personal y profesionalmente, y no entendía por qué nadie te lo dice y por qué no te dicen que son habilidades innatas que se pueden entrenar». Así que Noemí Bellas siguió formándose. Un día fue a matricular a su hermana pequeña a su instituto, el Puga Ramón, y su antigua profesora de Economía le habló de una asignatura nueva, Taller de Iniciativa Emprendedora, que empezaban a impartir. «Casi muero. Le pedí los objetivos de la asignatura. Empecé a darle vueltas. Me dije: Noemí, tú no eres nadie. Ve al mercado y que el mercado diga si es así o no es así. Hice 150 entrevistas en muchos sectores y la conclusión me dio la razón: esas habilidades eran claves». Comunicación y oratoria, trabajo en equipo, creatividad, negociación, inteligencia emocional, solución de conflictos...

Lo que vino a continuación fue el descenso del pensamiento a la acción, el traslado de la teoría a las aulas siguiendo esos principios que tanto se nutren de la pedagogía como de la dirección de empresas, «pero del siglo XXI», advierte esta economista. Noemí Bellas dirigió proyectos de emprendimiento social con alumnos del instituto Puga Ramón, de las Esclavas, de un campus de verano en Oleiros. Recibió premios de Bankia y la Fundación Amancio Ortega. Verificó la validez de método con las familias y en septiembre, respaldada por la Fundación Fonte, abrió la escuela Líbolis para pequeños emprendedores, para formar a niños más cooperativos, más capaces y más felices. Jugando.

Un ejemplo, una dinámica: un grupo de niños de 14 años, 20 espaguetis, un metro de cuerda, una nube de gominola, un metro de celo, 18 minutos para construir una torre.

-¿Qué ocurre?

-Ocurre el caos. Las personalidades explotan y, a partir de ahí, empieza todo. Empiezan a ser conscientes de sí mismos, a negociar, a que los equipos diversos son los mejores...

Multiplicar experiencias y habilidades para encontrar el talento individual

«Los conocimientos son interesantes y necesarios, por supuesto. El inglés, por supuesto, los idiomas, todo eso. Pero vuestros hijos van a trabajar en cosas que todavía no existen. Démosles las herramientas para que puedan hacerlo», propone Noemí Bellas. La joven economista parte de su propia experiencia y enuncia un desiderátum universal: «No sé cuánto tiempo puede tardar una persona en encontrar aquello que le gusta ni conseguir que el mercado le pague por hacerlo, pero si sabe lo que es, ese momento llegará seguro». En Líbolis, su escuela, ofrecen, entre otras enseñanzas relacionadas con la inteligencia emocional para niños de 3 a 9 años, desarrollo de capacidades emprendedoras para grupos de 7 a 15 años, y proyectos de comunicación audiovisual.