«En este cruce vi muchísimas muertes cuando ni siquiera había semáforos»

Elena Silveira
elena silveira OLEIROS / LA VOZ

OLEIROS

MARCOS MÍGUEZ

El dueño del bar Sol y Mar, que da nombre al cruce de la N-VI, testigo de excepción

27 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Aquí siempre hubo muchísimo tráfico. Pero antes había más accidentes y mucho más graves que ahora. No había día en el que no hubiera algún topetazo». Félix Gómez Valle recuerda que en 40 años vio «de todo» tras los cristales de su restaurante: «Muchísimas muertes, muchísimas». Atropellos, salidas de vía, colisiones frontales... «Aunque todo mejoró bastante cuando pusieron los semáforos», puntualiza. Su restaurante era de los pocos que había en esa zona de Perillo y, con los años, el cruce de la carretera de Montrove con la N-VI pasó a llamarse como su negocio: Sol y Mar.

Félix recuerda que esta fue siempre una intersección conflictiva. «Abrimos la cafetería en 1976. Antes la carretera era mucho peor, había más accidentes porque ni siquiera había señalización», explica. Y de todas las colisiones de las que fue testigo le quedó grabada una en particular, en la que murió una pareja de jóvenes: «Una empresa había hecho una zanja para instalar unas tuberías. Cuando terminaron el trabajo, rellenaron con zahorra pero, al llover, se formó un gran socavón. Yo calculo que 50 coches rompieron allí las ruedas. Hasta que uno, a eso de las once de la noche, salió despedido contra un muro y fallecieron las dos personas que iban dentro». Tras un juicio, la empresa que realizó las obras tuvo que pagar varios millones en indemnizaciones, no solo por el accidente mortal, sino por los daños ocasionados a otros conductores.

Miles de anécdotas

En este ejercicio de echar la vista atrás, Félix relata más casos: el de una vecina que murió golpeada por un coche cuando se agachó a coger a su perro; el de un motorista que quedó bajo un coche, el de otro vecino que se quedó atrapado con su turismo bajo un camión... «La sorpresa en este último caso fue que al levantar el camión salió un chaval preguntando por su abuelo». Y así miles de accidentes que Félix podría rememorar. Otro llamativo fue el que ocurrió delante de varios técnicos de Oleiros, cuando visitaron la cafetería Sol y Mar tras las quejas planteadas por Félix por tanto choque. «Estábamos hablando de que los que venían de Montrove no hacían el stop y, de repente, un todoterreno se empotró contra otro. No hizo falta explicar más».

El hostelero dice que en este cruce vio «muchas muertes» cuando ni siquiera había semáforos. La situación mejoró a raíz de su instalación y de la delimitación y pintado de las incorporaciones. Dice también que ya en 1976, cuando abrió la cafetería, se hablaba de soterrar la N-VI. «Y hasta ahora...», comenta con resignación. Ahora bien, puntualiza: «El proyecto que tienen está bien. Quedaría muy bien esta zona, si se hace, claro».

Laconadas en el nuevo local

Aunque está jubilado, Félix sigue frecuentando la zona. Concretamente la cafetería Luthier: «Hace cinco años se nos acabó el contrato de alquiler en el local del cruce y nos trasladamos aquí arriba. Mi hija quiso ponerle este nombre, pero yo le añadí como apellido Sol y Mar». No tienen un comedor tan grande, pero siguen dando comidas y, en especial, su famoso cocido. «Antes era otra época. Al Sol y Mar venía gente muy variada: gente importante y con altos cargos al mismo tiempo que trabajadores, sobre todo del sector de la construcción. También mariscadores cuando llegaban camiones a la ría para cargar kilos y kilos de bivalvos. «Estoy hablando de miles de personas al día». De hecho, hubo algún día en el que tuvo que cerrar las puertas porque se quedó sin existencias. Félix no para de recordar anécdotas de aquella época, en la que los mariscadores extendían en el suelo de su comedor el dinero recaudado cada jornada y hacían el reparto: «Mil para ti, outros mil para ti, e estes mil para min...», reproduce con el gesto de contar billetes.