Una fiesta más familiar en la playa de Santa Cristina

Toni Silva OLEIROS / LA VOZ

OLEIROS

El reparto de madera en el arenal de Oleiros no cubrió la demanda y se agotó en apenas diez minutos

24 jun 2016 . Actualizado a las 10:27 h.

Eduardo Pérez

A la misma hora que en el puente de A Pasaxe se incrementaba la cola de coches, a pocos metros, en un rincón de Santa Cristina se formaba la cola de la madera, personas cuya mirada oscilaba pendiente entre las nubes y el reloj, a la espera de que se cumplieran las ocho. Porque a esa hora estaba previsto el reparto de madera por parte del Concello, largas láminas de talas y restos de podas con los que evitar el traslado a cargo de particulares de maderas con puntas que luego quedan en los arenales. Pero la leña municipal (50 metros cúbicos a repartir entre Bastiagueiro, Santa Cristina y Mera) se agotó en este lugar en apenas diez minutos.

No era la noche ideal para cumplir las ordenanzas. Además de los numerosos palés almacenados sobre la arena a la espera de ser quemados, también se observaron unos cuantos perros en Santa Cristina, todo un reto a un alcalde, Ángel García Seoane, muy recto con la gestión de las mascotas. Pero los canes no podían ausentarse en una colección de hogueras en las que el nexo común era el ambiente familiar. Aquí pandillas juveniles pocas. A la arena de Santa Cristina bajan varias generaciones juntas. «La abuela no quería venir, pero sin ella no veníamos ninguno», indicó María, vecina de la zona y que se sumó a la playa más poblada, la más recogida junto al parque José Martí. Incluso en este rincón de Oleiros se sumaron al San Juan vecinos habituales de Riazor. «Yo soy de Monte Alto, pero ya me apetecía cambiar», indicó Iván, un veinteañero y de los pocos que se atrevió con una hoguera en el lado más abierto de Santa Cristina.

80 fuegos en Gandarío

La playa de Gandarío fue otro de los arenales que se iluminó sin necesidad de luz eléctrica. Allí se encendieron unas 80 hogueras mientras que para la vecina de O Pedrido apenas se concedieron ocho permisos. Pero en Gandarío son tantas que el Concello de Bergondo optó por reservar un espacio exento de hogueras para los paseantes que quisieran disfrutar de la playa sin ahumarse.

Las sardinas corrieron en Sada, un año más, a cargo del Concello. Al menos 1.300 kilos fueron sufragados por las arcas municipales en la zona de O Curruncho, si bien cada vecino debía abonar 3 euros por un kit que incluía seis sardinas. Una vez que las hogueras perdieron fuelle, los participantes soltaron unos 300 pequeños faroles en la playa urbana.

En Betanzos, un año más la hoguera más visitada fue la promovida en el casco histórico por un local de hostelería, que repartía sardinas gratuitamente.

En Culleredo, 241 de las hogueras encendidas en el municipio tenían el plácet del Ayuntamiento, mientras que en Cambre la cifra de permisos se reducía a poco más de cien, teniendo que colaborar la Policía Local a apagar alguna. A diferencia de Sada, la gran mayoría de las 225 hogueras permitidas en Arteixo no se concentraban en los arenales sino en parcelas parroquiales o fincas particulares.

Eso sí, en Arteixo no solo fue sinónimo de fiesta, los bomberos tuvieron que sofocar, a última hora de la tarde, un incendio en unas casetas en Rañobre, que obligaron a cortar una carretera.