Tambores de moción de censura en Miño

Toni Silva MIÑO / LA VOZ

MIÑO

CÉSAR DELGADO

Símbolo del pinchazo inmobiliario con Fadesa, el pueblo costero convive ahora con la esperpéntica situación política de un alcalde en solitario

26 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Poco podía imaginar un pueblo costero, pequeño y tranquilo como Miño que acabaría siendo la metáfora de la burbuja inmobiliaria. La imagen de los esqueletos de la urbanización Fadesa han dado la vuelta al mundo para explicar el fin del negocio del ladrillo en España. Y cuando los vecinos de Miño se habían sacudido este sambenito -que además compromete las arcas municipales para las generaciones futuras-, la localidad ha vuelto a ser carne de telediario desde el 13 de junio, cuando el voto de los seis concejales del PP convirtió en alcalde al único representante de CxG. La estrategia tenía como objetivo evitar que gobernara el PSOE, la fuerza más votada. Pero aquellas seis manos alzadas han acabado siendo un tiro en el pie de los populares, vilipendiados incluso por sus propios militantes.

La llegada de turistas ha amainado los ánimos entre los 6.000 vecinos censados. Las discusiones crispadas han dejado la conversación política en un segundo plano. Pero la mayoría da por hecho que el actual alcalde, Ricardo Sánchez, dejará de serlo muy pronto. «La gente está convencida de que pactarán los dos grandes partidos», señala Víctor González, propietario de la cafetería Bello, muy próxima a la casa consistorial y ante la que discurrieron las cinco manifestaciones organizadas por el PSOE para reclamar la dimisión del alcalde.

Pero este no se da por aludido. En su despacho no hay ánimos caldeados. Lo impide el fuerte aire acondicionado, que motivaría las quejas de un esquimal.

-¿Tiene la sensación de ser un alcalde provisional?

-En absoluto. Me lo tomo como un trabajo para cuatro años.

El sábado de la semana pasada, durante la última manifestación, él se encontraba en casa, su antiguo lugar de trabajo como arquitecto autónomo. Ricardo llegó a España hace algo más de diez años y lleva seis instalado en Miño tras pasar por A Coruña. Fue concejal con el PSOE, formación que abandonó porque «dejó de ser un partido de izquierdas». En cambio, fue un pacto no escrito con el PP lo que le colocó el bastón de mando en las manos, un pacto que, al igual que la burbuja inmobiliaria que representa Fadesa, saltó por los aires. Salió zarandeado del pleno que le invistió como alcalde, recibió amenazas en las redes sociales, que ya han sido denunciadas en el juzgado. «Pero por la calle nadie me increpa», defiende como un argumento de normalidad mientras visita obras, se reúne con asociaciones o prepara la próxima Feira da Cebola Chata.

Pero si mañana Ricardo se pusiera enfermo, Miño no tendría gobierno. No hay una junta creada, por eso el alcalde intentó nombrar a dos ediles del PP y del PSOE en dicho organismo. Estos lo rechazaron por goleada: 12 votos a 1. Igual que su pretendido sueldo de 40.000 euros al año. Es un alcalde sin concejales ni nómina. «A xente fala de que non vai seguir o mesmo, pero tamén está farta das manifestacións». Lo dice otro hostelero, Manel González, de la cafetería Crisol. A muy pocos metros se encuentra la oficina de turismo. «Los turistas no están muy al tanto de lo que pasa en el Ayuntamiento -señala Paula, una de las trabajadoras del módulo-, en cambio, es curioso que algunos vecinos de aquí, gente mayor, entra de vez en cuando a preguntar si ya han cambiado al alcalde».

Conversaciones

Después de días de enquistamiento e inmovilidad entre los partidos políticos, la moción de censura podría activarse. Los portavoces de los dos grandes partidos señalan a sus grandes espadas provinciales, Diego Calvo, secretario de organización del PP provincial, y Julio Sacristán, secretario general del PSOE, como los interlocutores llamados a llegar a un acuerdo la próxima semana.

Desde el PSOE de Miño, su portavoz, Manuel Faraldo, ya avanza las líneas rojas para dicha negociación. «Estamos dispuestos a aceptar pactos previos con el PP sobre los temas principales, como Fadesa (sobre el Concello pesa una deuda de 25 millones de euros, cinco veces el presupuesto municipal). Pero lo que debe haber ahora es un gobierno en minoría del PSOE». Su homólogo popular, Jesús Veiga, confirma que habrá reuniones con los socialistas. «Con el PSOE, sí... pero también con la otra parte», matiza.

Los vecinos dan por hecho que no continuará el regidor elegido contra pronóstico