Los placeros piden más apoyo para «resucitar» el Mercado Central

beatriz antón FERROL / LA VOZ

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Como otros placeros, José Antonio López reivindica más plazas de aparcamiento para el mercado
Como otros placeros, José Antonio López reivindica más plazas de aparcamiento para el mercado josé pardo

El reciente cierre de varios negocios causa preocupación entre los vendedores, que piden al Concello más aparcamientos, la dotación de carritos y el arreglo de las instalaciones

21 jun 2017 . Actualizado a las 22:07 h.

Pescados y mariscos recién salidos del mar, frutas y verduras fresquísimas y carne y embutidos de las mejores casas y mataderos. La calidad de los productos que se venden en el Mercado da Magdalena salta a primera vista, pero, en los pasillos, sin embargo, se echa de menos la bulliciosa clientela de antaño y demasiados puestos se encuentran vacíos o con las persianas echadas. Un recorrido por la nave central ofrece un dato revelador: un total de 35 negocios se encuentran en activo, pero otros 21 habitáculos permanecen sin dueño y, de estos últimos, un total de siete echaron el cierre en el último año y medio. El más reciente fue El Cafetín -el único café que funcionaba en el interior de la nave central-, pero en estos últimos meses también abandonaron el mercado varias fruterías (una de ellas dedicada en exclusiva a la venta de productos ecológicos), una carnicería y una panadería.

«¿Que si nos preocupan estos últimos cierres? ¡Claro que sí! ¿Cómo no nos van a preocupar? Es un indicativo de que se vende poco», se lamenta la placera Begoña García. «Además, cuanto menos variedad y menos puestos haya, menos gente vendrá a la plaza», opina Gemma González Loureiro, quien desde hace tres años regenta una quesería en la nave central.

Precisamente esta última vendedora, junto a otros compañeros del mercado, ha comenzado a movilizar al colectivo de placeros para exigir al Concello un paquete de medidas que consigan «resucitar» el Mercado da Magdalena y evitar la fuga de clientes y negocios.

Sin ir más lejos, el pasado mes de mayo logró reunir 79 firmas entre los vendedores de la plaza para presentar una alegación a la Ordenanza de Regulación del Estacionamiento (ORE) en la que muestran su oposición a la peatonalización del centro y exigen que la Alameda del Carbón se vuelva a convertir en zona de aparcamiento libre y gratuito. Y en marzo mantuvo una reunión con el concejal de Servicios, Luis Victoria, para pedirle por escrito una serie de medidas que los placeros consideran fundamentales para ofrecer un buen servicio a los clientes, como, por ejemplo, el adecentamiento exterior de las instalaciones -que no se han pintado desde su inauguración, hace dieciséis años-, el arreglo de losetas y cristales rotos o la dotación de carritos para que los visitantes -la mayoría de ellos, de edad avanzada- puedan hacer la compra con comodidad.

«Hasta ahora la comunicación con el concejal ha sido buena: cuando se nos estropearon los montacargas no tardó nada en solucionar el problema y ahora nos ha prometido que se va a arreglar la cubierta. Creo que hay que darle un voto de confianza, porque no se puede pretender que arregle en dos meses lo que no se ha solucionado en dieciséis años», advierte Gemma.

Como esta vendedora, otros muchos placeros consideran que la falta de aparcamiento es uno de los principales problemas de la plaza. José Antonio López Casal, de la Carnicería Mari Carmen y Antonio, asegura que la pérdida de clientes se empezó a notar sobre todo tras la eliminación de las plazas que había en Irmandiños y, más recientemente, se «recrudeció» con la peatonalización total de la calle Real. En su opinión, los dos aparcamientos con los que cuenta el mercado «no son suficientes». «Además -añade-, mucha gente no los utiliza porque uno de ellos está lleno de columnas que dificultan el aparcamiento y el otro mete miedo por las pintadas y cristales rotos que hay en las escaleras que dan acceso al mercado».

Sin  embargo, no todos los compradores consideran la falta de plazas de aparcamiento como algo fundamental. María Farias, que acude casi a diario al mercado caminando, apunta que «Ferrol es una ciudad en la que no hay distancias» y aboga por «tomar conciencia» del lujo que supone tener una plaza de abastos  como la de A Magdalena en pleno centro. «Para los placeros es muy difícil luchar contra las ofertas de las grandes superficies, pero en cambio ofrecen calidad y promocionan los productos de la zona», apunta esta clienta.