Más de 3.000 aves invernan en O Burgo

JUAN TORREIRO CULLEREDO / LA VOZ

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El ornitólogo Antonio Sandoval habla del espectáculo de la diversidad de fauna salvaje en la ría

21 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Con el frío que estamos sufriendo estos últimos días parece improbable que alguien decida pasar el invierno en estas latitudes. Pero no es así. Miles de aves acuáticas encontraron un refugio para pasar esta época invernal en el humedal de la ría de O Burgo. Se trata de aves que llegan de puntos tan distantes como Canadá, Groenlandia, Islandia, o Siberia, incluso.

Antonio Sandoval, ornitólogo y experto conocedor de todo lo que sucede sobre la ría de O Burgo, censó la pasada semana, en un solo día, 3.300 aves acuáticas en el humedal. «No es una cifra exagerada, es un número similar al de estos últimos años», señala. Es decir, que las aves estaban ahí, pero no las veíamos. «Sucede porque en general la gente no está al corriente del número de aves que se reúnen en la zona, y cuando las ven casi todas juntas llama la atención», explica Sandoval.

La ría de O Burgo ofrece estos días un fascinante espectáculo de diversidad de especies salvajes. Se trata de «aves acuáticas invernantes. Aves que vienen a pasar el invierno aquí, como garzas, gaviotas, agujas, cormoranes, patos y zancudas», matiza Antonio Sandoval, quien cree que hay que aprovechar para disfrutar de un espacio como la ría de O Burgo para acoger a todas estas aves. «Muchos países europeos están empezando a construir, humedales como el que disfrutamos aquí», dice.

Sensibilidad

La sensibilidad medioambiental crece. «Cada vez hay más gente interesada en conocer más sobre estas aves», además de comentar que cada vez «son más los pedagogos y psicólogos que recurren a la naturaleza para el desarrollo emocional de los niños». Para Sandoval lo ideal sería que «la ría de O Burgo se empezase a utilizar como una especie de museo al aire libre para la observación de las estas aves salvajes, «que siempre nos cuentan cosas interesantes de sus migraciones durante su estancia».

El autor del libro Para qué sirven las aves, recomienda que para iniciarse en esta práctica lo primero, «disfrutar de la observación, del vuelo, del dibujo que describen. Luego conocer y distinguir los ejemplares y las especies, para finalmente trabajar en la conservación de estos espacios».