«Il Pirata», apertura notable del Festival de Ópera en A Coruña

antón de santiago

A CORUÑA CIUDAD

Representación de I Pirata en el 2017, con Juan Jesús Rodríguez y Saioa Hernández
Representación de I Pirata en el 2017, con Juan Jesús Rodríguez y Saioa Hernández m. a. fernandez

La obra de Bellini, estrenada en la Scala de Milán en 1827, inauguró el Festival de Amigos de la Ópera

10 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Vincenzo Bellini (1801-1835) es paradigma de la exquisita invención melódica aplicada al canto romántico. En él encontró su propio ámbito de expresión teatral. Y lo demostró en su primera ópera importante, Il Pirata, estrenada en la Scala de Milán en 1827, que, inaugurando el Festival de Amigos de la Ópera, se presentó por primera vez en A Coruña. El festival coruñés, cada vez más exiguo por imperativo económico, atendió sin embargo aspectos fundamentales de tal obra: orquesta, solistas y coro.

A una historia insustancial de Felice Romani le encuentra Bellini los acentos más dramáticos y los convierte en melodías hermosas y apreciables llenas de emoción: el amor acendrado, su pérdida forzada y la ruptura de un núcleo familiar de origen espurio. La exigencia para el terceto solista es alta. Pero no todos estuvieron a la altura. El tenor coreano Yosep Kang, como Gualtiero, el pirata, decepcionó. Comenzó mostrando medios importantes en gradaciones fortes y timbre grato, pero manejados de modo irregular, que la abundancia tímbrica encubre: estrecha las es y las íes y los agudos se ahogan. Su peor momento fue en la escena de la derrota de Gualtiero, que lo conduce a la melancolía, situación bellamente traducida por Bellini. Debería cantar líricamente y a media voz pero, lejos de apoyar los sonidos en el resonador óptimo y sobre el fiato, blanqueó la voz, situándola al borde del falsete e incluso del gallo.

Saioa Hernández, con su voz hermosa y su acendrado sentido dramático en el rol de Imogene, sedujo al público, si bien a lo largo del difícil papel mostró altibajos en la emisión y alguna dificultad en los pasajes de coloratura. Fue muy aplaudida, al igual que Juan Jesús Rodríguez, que volvió a mostrar su buen hacer para llegar con soltura a todos los registros y expresar todas las emociones. Su correcta emisión le permite agudos brillantes y bien mantenidos. Muy bien nuestros paisanos Carmen Subrido (Adele) y Pablo Carballido (Itulbo), por presencia y solvencia vocal. Discreto J. Tejera como el Eremita.

Base inexcusable por su calidad es, en estas funciones, la Sinfónica de Galicia, a la que Antonello Allemandi guio en sonido, fraseo y concertación. El coro Gaos, de la mano de F. Briones, bien. Capítulo aparte merece la puesta en escena habida cuenta la precariedad. Xosé Manuel Rabón demostró ingenio en la recreación escénica a base de reciclar material e iluminó magníficamente. Esperemos que, cuando haya posibles, siga. Entrañable el niño Mateo Rabón. Coreografía eficiente la de Mercedes Suárez y sus bailarines. El vestuario de América Soto, adecuado y lucido.