Las pintadas sacan los colores a la ciudad

Toni Silva A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Las quejas vecinales se multiplican en A Coruña, la urbe gallega más castigada por los grafitis

01 oct 2018 . Actualizado a las 12:49 h.

«En 30 años que llevo retirando grafitis por toda Galicia, la ciudad de A Coruña se lleva la palma». Antolín Freire González regenta una empresa de limpieza de 16 trabajadores para ofrecer un servicio multifunción en el que la eliminación de pintadas es uno de sus puntos fuertes. Él podría hacer una tesis de la evolución del grafiti en la comunidad. «Hace años, era un garabato y una firma, hoy... bueno, dependen del daño que quieran hacer, hoy es mucho peor», explica. A él le tocó eliminar buena parte de la frustración ferrolana de los 80 durante la crisis del naval. A más paro en aquella ciudad, más trabajaba él quitando pintadas. Lo mismo en Vigo.

Por eso sigue sin explicarse la densidad pictórica en A Coruña, donde cada puerta de garaje es un lienzo para los vándalos, donde cada pared recién encalada dura un suspiro. Y donde las pintadas también tienen estatus a la hora de ser eliminadas, con prioridad a aquellas que sonrojan al gobierno local. Pero forma parte de la vieja política. Lo hizo Abel Caballero en su conflicto con los vecinos de Teis hace cuatro años. O Rita Barberá en El Cabanyal valenciano.

El número 11 de la avenida de Hércules no se salva. «Hace unos ocho años llamamos al Ayuntamiento y nos lo pintaron de nuevo», explica Soledad, residente en este edificio. «Y claro, la pintarrajearon otra vez. Ahora volvimos a llamar y nos dicen que solo reparan los edificios oficiales, que lo tenemos que limpiar nosotros». No muy lejos, en la calle de la Torre, la titular de una tienda de ropa de hogar no tuvo la misma respuesta cuando hace «algo más de dos años» llamó para denunciar las pintadas de la fachada, en el cruce con Atocha Alta. «Dijeron que tomaban nota pero por aquí no vinieron», explica María José. Esta semana el alcalde Xulio Ferreiro sí fue, pero a ver las nuevas aceras ensanchadas. No muy lejos, en la calle Real, Alba, empleada de la tienda del Decatlón señala dos pintadas a cada lado de la puerta. «Son nuevas». En una tienda de telefonía de la calle Bailén, las pintadas del exterior llevan «mes y algo».

No todos los ayuntamientos se escudan en la limitación del edificio «oficial o institucional» para limpiar su fachada. Hace menos de un año, el gobierno socialista de Eibar contrató a seis personas durante cuatro meses para eliminar todos los grafitis posibles, entre ellos, los de las comunidades de vecinos que lo reclamasen. En A Coruña, de momento, no hay planes similares.

Conflictividad social

«A finales de la época de Paco Vázquez y el primer año de Javier Losada intentaron poner a los grafiteros de su lado, les ayudaron, les invitaron a decorar determinadas paredes... aquel era un buen plan que lamentablemente no se ha repetido», explica un antiguo gestor de la limpieza en la ciudad que pide no ser identificado. «Los grafitis afloran más en ciudades con conflictividad social y contestación política, como ahora en Coruña».

La multinacional Eulen presta muchos servicios de limpieza en A Coruña a empresas particulares. Entre sus mejores clientes, los bancos. Y desde esta compañía ya intuyen nuevos encargos el próximo jueves. «El 25 de julio, ese día aparecen muchas pintadas, igual que el día del Trabajo», explica uno de los gestores de servicios de la compañía.

El ejemplo para combatir los grafitis, al otro lado del puente Pasaje

Si hay un alcalde que planta cara a las pintadas ese es el de Oleiros. Ángel García Seoane pide, con la repetición de un mantra, la colaboración vecinal para perseguir a los autores de pintadas. Este municipio de 35.000 habitantes llegó a registrar ocho multas el año pasado, un número muy elevado en comparación con las 46 sanciones en A Coruña, una población siete veces mayor. En Oleiros las multas impuestas ascienden a 2.400 euros cada una, si bien son canjeables por trabajos a beneficio de la comunidad.

Santiago es la ciudad donde los grafitis más escuecen porque muchos de ellos han de ser eliminados en las centenarias piedras. En el 2017 el Concello retiró 425 pintadas sobre granito (costó 3.150 euros) por 875 en superficies convencionales (costó casi 4.000). Este periódico también intentó conocer el gasto de limpieza en A Coruña pero el Ayuntamiento no respondió.

Andrés Purriños, comerciante: «Los primeros días te enfadas, luego ni te inmutas»

Andrés Purriños contrató a un artista para pintar la fachada de su tienda de reparación de calzado en la travesía esquina con San Andrés. Al poco tiempo ya se le habían estropeado con firmas y pintadas. «Los primeros dos días te enfadas mucho, luego ni te inmutas, esto cuesta un dinero que no se amortiza». Este trabajador considera que «si fueran cosas decentes, bonitas... pero son firmas, unos dibujos demasiado feos». Andrés llamó al Ayuntamiento. «Nos comentaron que traerían una pintura antigrafiti, pero nunca llegaron a venir».

Antonio Somoza, propietario: «El alcalde nos dio la razón, ¡ya sabemos que tenemos razón!»

Antonio Somoza se define como «uno de los más antiguos de la calle Mariñas» y se encuentra molesto por la cantidad de grafitis de las fachadas. Antonio y su mujer se encontraron hace poco al alcalde Xulio Ferreiro en un acto público del regidor. «Nos acercamos y se lo dijimos, y él dijo que teníamos razón, ¡pero ya sabemos que tenemos razón!», se enfada Antonio, quien añade que Ferreiro le prometió que «vamos a mirarlo». Este vecino calcula que llevan «tres o cuatro años aguantando con este tinglado». Pero el garaje y la fachada de su casa no es lo único que ha visto Antonio estropeado, existen otras viviendas de reforma reciente también con grafitis y, en su propio caso personal, además de las pintadas, «hará un mes que me rompieron el contador del agua y me costó 800 euros».