Fiesta entre amigos en la calle reivindicando el espíritu de barrio

Eduardo Eiroa Millares
E. Eiroa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Eduardo Pérez

24 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace ya tiempo que no está claro si los asiduos del Chaflán fueron primero clientes o amigos. Las dos categorías se funden ahora en un local que vive en perfecta simbiosis con su barrio, los Mallos, donde el local que regenta Rafa Varela ha hecho más por devolverle algo de vida al entorno que todos los planes de dinamización.

El efecto llamada del Chaflán se podía ver perfectamente ayer, en una estampa que se repite desde hace 20 años. Eso sí, cada vez con más gente. Tanta que esta vez les cortan la calle, Antonio Viñes, para que el millar de personas que pasan por allí lo hagan con comodidad.

El de la peña deportivista del Chaflán es el mejor ejemplo de sardiñada autogestionada. La animación musical la puso el grupo La Piel del Oso -amigos de los que paran en el bar- y también hubo gaiteiro -amigo de los que para en el bar- y allí Tella y Montero -amigos de los que paran en el bar- se afanaron en construir un escenario a base de cajas de cervezas. Para asar los 120 kilos de sardinas que repartieron gratis a los asistentes, arrimaron el hombro Manolo, el Abuelo, Fede, Alberto... Todos, claro, amigos que antes fueron clientes y ahora son una mezcla de ambas cosas, algo que no sucede con frecuencia en el mundo de la hostelería.

Con Rafa, dándolo todo, Mari, Anuska y Abel. «Son los de la peña los que me ayudan», cuenta Rafa, que sabe que sin clientes, la fiesta no se podría hacer. «La gente del bar de toda la vida, que más clientes son amigos, echa una mano, sin ellos, no podríamos», dice el propietario del local afanado en colocar parrillas y en prepararlo todo en una noche que se presumía larga.

El del Chaflán es un caso emblemático de los Mallos, pero no el único entre los clásicos de barrio. En Emilia Pardo Bazán, por ejemplo, los locales de hostelería organizaron también su gran fiesta y se cerró la calle, con cientos de vecinos disfrutando de la noche. En Los Rosales la sardiñada ya es mítica y reúne a muchos residentes. En el Barrio de las Flores hacen también una de las mejores, muy concurrida, y en Labañou los clásicos no fallan a su celebración de barrio. Hay mucha vida más allá de las lumeiradas de las playas.