«La donación de órganos beneficia a la sociedad, incluso económicamente»

R. Domínguez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

El coordinador de trasplantes del Chuac considera un sinsentido penalizar laboralmente a los donantes en vida

30 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Fernando Mosteiro Pereira (A Coruña, 1973) acaba de ser nombrado coordinador de trasplantes del Chuac. No es nuevo en la oficina, ya que este médico intensivista que se formó en el propio hospital coruñés forma parte del equipo que se encarga de la donación de órganos desde que comenzó a trabajar en la Unidad de Cuidados Intensivos, allá por el año 2006. Como especialista de la uci, conoce bien dónde está la piedra angular de un trabajo que, en definitiva, persigue hurtarle a la muerte una segunda oportunidad para que otros sigan viviendo.

-¿Qué objetivos se marca?

-Mantener el listón donde lo tenemos, entre las unidades punteras a nivel nacional, como estamos ahora.

-¿Es verdad que los gallegos tienen más probabilidades de ser trasplantados que el resto de los españoles?

-Está muy claro, por ejemplo, en corazón. No es lo habitual, pero hace poco estuvimos algunos días sin ninguna persona en lista de espera de trasplante cardíaco y ahora mismo oscilamos entre uno y dos. No hay ningún centro en España con una lista tan corta y esto significa que si ahora mismo alguien sufre un infarto en Galicia, entra en shock cardiogénico y necesita un corazón, tendrá más probabilidades de trasplantarse aquí que en cualquier otro punto. Esto indica dos cosas: que lo normal es que siempre haya gente esperando un órgano y que los equipos trabajan a tope para responder.

-¿Cuál es la clave?

-El equipazo que hay detrás. La OCT es la cara, pero es que detrás hay muchas personas que son las que tienen el mérito. Cuenca y Marisa Crespo, Manolo Gómez, Mercedes de la Torre, Ángel Alonso y Rivera... y toda su gente. Esto funciona a expensas de esas personas, de su compromiso e implicación. Hay muchos hospitales en España con mayor volumen de personal y recursos que no hacen tanto. En el 2015 el Chuac fue el centro que más trasplantes hizo en toda España y no hace tanto aquí se realizaron diez trasplantes en un solo día, con un equipo que no tiene nada que ver con los que existen en megahospitales como el Vall d’ Hebrón o La Paz. Ese es el mayor mérito y se debe a las personas.

-¿Y los retos?

-El mayor reto de Galicia son las negativas familiares a donar. Tenemos el índice más alto de toda España, un 30-35 %, el doble de la media.

-A pesar de que, por ley, todos somos donantes.

-En la ley hay un consentimiento presunto: todos somos donantes salvo que en vida hayamos expresado lo contrario. Pero obviamente cuando aparece un donante se habla con las familias.

-En el País Vasco lo que está mal visto es no donar. ¿Por qué en Galicia, líder en trasplantes, hay tanta reticencia?

-No lo sabemos muy bien porque, además, en comunidades muy cercanas, como Asturias, la tasa de negativas es la tercera parte de la de aquí. Es nuestro caballo de batalla desde hace ya tiempo, y por eso vamos a los colegios a explicarles a los chavales, a chicos de 12 a 16 años, qué es la donación, sus beneficios. Sobre todo para que lo comenten en familia. Es un tema importante.

-En el momento de hablar con las familias lo que se pregunta es la voluntad del fallecido, ¿no?

-Así es. La opción del fallecido, si en vida manifestó que quería donar o lo contrario, es la que nos tiene que importar. Y entendemos que la familia es garante de su voluntad y no va a mentir. Es curioso: pese a que España es un ejemplo en el mundo en trasplantes, muchas veces nos encontramos con que no se ha hablado del tema en casa.

-¿Existen diferencias por zonas o perfiles de población?

-Hay diferencia entre el ámbito rural y el urbano, pero incluso en zonas urbanas las negativas son más altas que en otras comunidades. En el País Vasco hace años las tasas también eran muy altas, pero murió un concejal en un acto terrorista y la familia decidió donar. Se publicó y a raíz de aquello las tasas empezaron a caer. Todo el mundo entendió el mensaje.

-¿A qué atribuyen la resistencia gallega?

-Somos un reducto que queda ahí. Detrás creemos que hay un tema cultural en torno a la muerte, al culto a la muerte y, sobre todo, a no tocar o profanar el cuerpo. Afortunadamente, muchas personas van perdiendo esos conceptos, aunque es un proceso muy lento. Y hay que insistir: no hay trasplante sin donante.

-El donante vivo es una salida.

-Aquí hacemos muchos de riñón, somos de los hospitales de España que más trasplantes hacemos gracias a personas que altruistamente ceden en vida uno de sus riñones. Insisto en lo de altruista. Pasa por un comité de ética, por la revisión médica, por un examen psiquiátrico y hay que acudir delante del juez a confirmar que se quiere hacer. El protocolo es riguroso para evitar cualquier tipo de coacción.

-¿Con buenos resultados?

-Muy buenos. Para el receptor, es una forma de disminuir la gente que depende de la diálisis, y para los donantes se ha demostrado que tienen muy buena calidad de vida, probablemente porque se cuidan más, y su supervivencia es exactamente igual.

-Están trascendiendo casos de personas que pierden su trabajo por las bajas para donar en vida.

-La ley española solo contempla la incapacidad laboral por enfermedad, la donación en vida no es un supuesto. Debería hacerlo porque es un beneficio y no solo para la persona que recibe el órgano. La donación es un beneficio social, pero también económico, porque cada trasplante ahorra dinero público en diálisis, dinero que revierte en la sanidad pública. Es posible que no se sepa que con lo que se deja de gastar en diálisis con los trasplantes renales se mantienen todos los demás programas de trasplantes. Donar beneficia a la sociedad, incluso económicamente. Solo por eso sería muy importante regular la figura del donante en vida. No tiene ningún sentido, ni social, ni económico, penalizar a quien da.

«Las familias asumen que prolongar la agonía no es vivir»

Desde que se iniciaron los trasplantes en Galicia, en 1981, son más de 7.200 las personas que ya saben lo que es revivir. Solo dos centros los realizan. Junto al Chuac, que practica el 75 %, en el Hospital de Santiago se llevan a cabo operaciones de riñón, hígado y páncreas. Ambos trabajan por incrementar la pieza clave de una actividad médica que no depende exclusivamente de la pericia de los especialistas y los recursos sanitarios: la donación.

-¿Cómo les afecta que ahora los donantes renales de Pontevedra se trasplanten en Santiago?

-Fue una decisión tomada por instancias superiores, no porque no podamos asumirlos. Pero es exactamente igual que se trasplanten en el Chuac o en el CHUS, lo importante es que se hagan.

-El cambio del perfil del donante también ha reducido las posibilidades de contar con órganos. Afortunadamente ya no es el joven que muere en la carretera.

-No, ni tampoco tenemos otros. Nuestro hándicap es aumentar el número de donantes en nuestro centro. Aunque no son números abultados, hay un leve descenso de donantes en muerte encefálica por mejoras en las ucis, en la atención de neurocirugía... somos más agresivos con lesiones cerebrales que hace años no se intervenían y ahora salen adelante.

-¿De ahí la apuesta por la donación a corazón parado?

-Para compensar ese descenso y sabiendo que la lista de espera siempre está ahí, impulsamos nuevos protocolos. Desde el 2013 tenemos el programa de donación en asistolia controlada, enfermos que se paran en el propio hospital. Son pacientes que sin evolucionar a muerte encefálica, tienen lesiones cerebrales severas y presentan un estado de coma vegetativo o similar sin expectativas. Se plantea a la familia la posibilidad de desconectarlos del soporte vital por el sufrimiento que genera para la propia persona y para la familia prolongar una agonía sin futuro cuando ya no queda salida alguna. Llamativamente, en estos casos el porcentaje de negativas familiares a donar es prácticamente nulo. La propia familia asume que eso no es vida, lo cual indica que se puede cambiar la visión de quienes rechazan ceder los órganos.

-¿Y la asistolia no controlada?

-Es otra vía, más compleja, pero otra vía. Desde hace un tiempo tratamos de dar sentido a las muertes de enfermos que se paran en la calle, se los intenta reanimar sin éxito y se traen al hospital, sin dejar las maniobras de reanimación, porque pueden ser potenciales donantes.