Los primeros ómnibus a vapor

Xosé Alfeirán

A CORUÑA CIUDAD

archivo Jules Beau.

Llegaron en el año 1900 para ser utilizados en la línea que comunica A Coruña con Santiago

10 abr 2017 . Actualizado a las 18:11 h.

Siete horas: era el tiempo que se empleaba en llegar, desde A Coruña a Santiago, en la diligencia llamada Ferro-carrilana. Ahora, en 1900, se podría hacer en menos de cuatro y a una velocidad media de unos 16 kilómetros a la hora. Para ello se utilizarían los modernos ómnibus de vapor de la marca francesa De Dion-Bouton. Elegantes y robustos, estos ómnibus se distinguían por su típica chimenea y un motor delantero a vapor, de unos 20 a 35 caballos de fuerza, manejado por un maquinista y un fogonero. Con una longitud de hasta unos seis metros y medio y una anchura de dos metros y medio, tenía capacidad para llevar 14 o 18 personas, existiendo modelos diferentes, con o sin berlina específica para pasajeros de primera clase. Sus llantas eran de acero. Fáciles de manejar, consumían unos cuatro kilos de carbón de cok por kilómetro, disponiendo de carboneras de unos cien kilos y necesitando de puntos donde repostar agua y carbón.

Dos compañías en Galicia

Fue en 1899 cuando se introdujeron en España los primeros ómnibus a vapor en líneas de transporte interurbano en Navarra y País Vasco. Su puesta en marcha y los posibles beneficios estimularon la creación de nuevos proyectos en otras zonas. En Galicia, con el objetivo de explotar la línea entre Santiago y A Coruña surgieron dos compañías distintas: Automóviles Gallegos, creada el 29 de enero de 1900 por Pedro García, copropietario de la Ferro-carrilana, el comerciante coruñés Juan Mesa y el abogado Camilo Pereira; y Automóviles Compostelanos, fundada por Juan García Lavandeira y Manuel Fuentes Rodríguez, entre otros. Ambas empresas anunciaron en la prensa sus propósitos y los modelos de ómnibus que habían encargado en Francia.

Los primeros, en A Gaiteira

Llegaron antes los de Automóviles Gallegos. El 23 de abril de 1900, en la estación de tren de A Gaiteira en A Coruña, fueron descargados de las plataformas en las que venían los cuatro primeros ómnibus a vapor que hubo en Galicia. Habían costado cada uno, incluyendo tasas de aduanas y gastos de envío, unas 36.000 pesetas. Al día siguiente fueron encendidos y trasladados al depósito que la empresa tenía en el Camino Nuevo, hoy calle Juan Flórez. Las pruebas de los vehículos se realizaron en el mes de mayo. El día 5 salieron de excursión, en el número 4, jefes e ingenieros de la empresa hasta O Portádego. Tardaron 15 minutos y volvieron sin novedad. Al día siguiente ampliaron el recorrido y llevaron a nuevos pasajeros, entre ellos al periodista Antonio Fernández Tafall quien narró en la Gaceta de Galicia su experiencia.

Por esa publicación sabemos que el pesado carruaje se movía con facilidad, subiendo y bajando cuestas, y que hacía mucho menos ruido que un tren. A su paso por Monelos y Eirís la gente, al oír el silbato, salía a observarlos con curiosidad, mientras algunos caballos se espantaban. Pararon en Vilaboa, realizando diferentes maniobras para ver cómo respondía la máquina. Reanudada la marcha, y en algunos tramos a 20 kilómetros por hora, máxima velocidad permitida, llegaron a Carral. Después emprendieron el camino de regreso. El día 13 de mayo de 1900 hicieron el primer viaje de prueba hasta la ciudad de Santiago. Continuará.