El asilo demolido

Xosé Alfeirán

A CORUÑA CIUDAD

ALBERTO MARTI VILLARDEFRANCOS

Desfavorecidos y ancianos pobres recibieron desde 1900 ayuda en Adelaida Muro, mujer que les legó su herencia

03 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Altruismo, hoy y ayer. En la historia de A Coruña contamos con numerosos ejemplos de hombres y mujeres que, por motivaciones distintas, empeñaron su tiempo y fortuna en ayuda de los más desfavorecidos. A finales del siglo XIX, la acción social del Estado, monárquico y caciquil, era casi nula y se limitaba a amparar la iniciativa individual para hacer frente a las necesidades crecientes, provocadas por la crisis agraria y la industrialización, de asistencia a huérfanos, indigentes y ancianos. Ya existía un Asilo de Mendicidad. Era municipal y estaba ubicado en la calle Socorro. Había sido creado en 1857 gracias al tesón de la Asociación de Mujeres, encabezada por Juana de Vega. Tenía capacidad para unas 160 personas, pero era insuficiente y los recursos del Ayuntamiento escasos. En este contexto, fueron los particulares y las organizaciones de la Iglesia católica las que propiciaron la fundación de uno nuevo: el Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de A Coruña.

El 15 de agosto de 1888 se colocó la primera piedra en los terrenos, situados en Monte Alto y próximos al Campo de Marte, que habían sido cedidos por Antonio Armesto, Felipa Rebellón y el labrador Manuel Copeiro, entre otros. Los planos del edificio y su ejecución fueron del arquitecto municipal Juan de Ciórraga, que lo hacía de forma gratuita. A la ceremonia acudieron numerosos vecinos y las autoridades políticas y religiosas que declararon comenzados los trabajos de construcción e hicieron un llamamiento a colaborar en su financiación, ya que las obras se adelantarían o paralizarían de acuerdo con los fondos disponibles. Las carencias hicieron que su edificación fuese lenta.

El 12 de enero de 1892 falleció en Madrid Adelaida Muro Barbeito, nacida en A Coruña y viuda de Juan de Arévalo. En su memoria testamentaria dispuso que el remanente de sus bienes se invirtiese en la fundación de un establecimiento benéfico para ancianos pobres de ambos sexos en A Coruña y que en él se construyese una capilla donde debían depositarse sus restos y los de su marido. La cantidad alcanzó unos dos millones de pesetas. La ejecución de su manda se prolongó en el tiempo y hasta 1898 no se pudo disponer de esos fondos, que fueron invertidos en ampliar y acabar el asilo de las Hermanitas.

Más adelante, también recibirían parte del legado de su cuñada Elvira de Arévalo, fallecida el 23 de mayo de 1895.

Rematadas las obras, no hubo acto oficial de inauguración, solo un acto privado, presidido por el cardenal arzobispo de Santiago Martín de Herrera, celebrado el 26 de mayo de 1900 con motivo de la recepción, procedentes de Madrid, de los restos mortales de Adelaida Muro, de su marido y de su hermana Juana que fueron depositados en la cripta de la capilla del asilo. Por su generosa acción, el Ayuntamiento coruñés, el 13 de julio de 1904, daría su nombre a la calle donde estaba el asilo.

Desde su creación y hasta su desafección y posterior destrucción en 2001, el Asilo de los Ancianos Desamparados acogió a cientos de ancianos y ancianas sin recursos. Filantropía, siempre. Especulación, no.