San Diego cumple 50 años sin apenas tráficos y condenada por el PGOM

Eduardo Eiroa Millares
E. EIroa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

Solo la madera y el carbón mantienen una terminal vaciada por Renfe desde el 2014

27 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Este año la estación de San Diego celebrará medio siglo de vida. Será un cumpleaños con poco que festejar para una terminal que se vendía en 1967 como «la mejor de España» y que desde los años 90 ha sufrido un lento proceso de decadencia acentuado por Renfe desde el 2014 con la supresión de línea regular de contenedores, anulada definitivamente en marzo de este año por la operadora tras reducir las frecuencias y encarecer el servicio.

Hoy San Diego vive de dos tráficos, la madera y el carbón. Este último, principal fuente de ingresos, está vinculado a la térmica de Meirama. El día en que los barcos lleguen al puerto exterior la terminal se quedará, en la práctica, vacía. Eso ocurrirá a medio plazo, porque hasta Langosteira no hay vías férreas y sin ellas el carbón no se moverá de sitio.

Pero la condena de San Diego no está solo en la falta de labor comercial de Renfe y en el descenso de actividad, sino que fue escrita en los convenios del 2004 para la construcción del puerto exterior y refrendada en el plan general. En algún momento la estación se convertirá en parte de una gran superficie urbanizable. Entre el puerto y las vías, casi 400.000 metros cuadrados edificables. Para eso no hay fecha. Puede pasar todavía una década antes de que eso ocurra. Durante ese tiempo San Diego podría funcionar como un motor industrial, pero eso parece estar lejos de los planes de Fomento.

El tren del pescado

El primer tren salió de allí a las dos y cuarto de la tarde del 15 de noviembre de 1967 con destino a Madrid. Llevaba pescado. La terminal se diseñó para mucho más. En sus primeros años movía unas mil toneladas diarias de mercancías de todo tipo. Solo de paquetería llegaron a cien toneladas. Allí se movían cargas para Campsa y Butano. Salía le leche de Leyma, aluminio de Alcoa, bovinas de papel, suministros para Begano y hasta llegaban coches de la Seat para los concesionarios locales. Inditex, por su parte, llegó a mover hasta 400 contenedores algunos meses. Todo eso ha pasado a la historia y las empresas coruñesas han abandonado el tren por el camión porque, a diferencia de lo que ocurre en el resto de Europa, en España es hoy más barato y más eficaz para mover determinadas mercancías. Condicionadas por las frecuencias que impone Renfe y por los altos precios del servicio, las compañías se han pasado a la carretera.

El abandono de la línea de contenedores motivó el pasado diciembre la aprobación de una moción en pleno, por unanimidad, reclamando la recuperación de ese servicio. Fomento no respondió y las cosas siguieron igual.

La estación se concibió «con vistas al extraordinario crecimiento que está experimentando A Coruña». La urbe creció, pero la terminal no. Allí se hicieron almacenes, oficinas y hasta viviendas. Una buena parte de las instalaciones están en desuso o infrautilizadas. Llama especialmente la atención la gran nave situada en el centro, a dos pasos de la plaza de la Palloza. Son 8.950 metros cuadrados de superficie cubierta con tres muelles de carga y cuatro vías. Lleva años abandonada y sin que se le busquen nuevos usos por mucho que lo demanden las empresas y el consistorio.

Una inversión que permitió cerrar la Estación del Norte y abrir la actual de autobuses

La historia de San Diego está íntimamente vinculada al desarrollo urbano de A Coruña. Antes de la terminal del puerto y de la San Cristóbal hubo otra que todavía recuerdan muchos coruñeses, la Estación del Norte. Se inauguró en 1873 y sirvió durante casi un siglo tanto para el tráfico de mercancías como el de viajeros.

El 27 de enero de 1963 un incendio la calcinó y la construcción de San Cristóbal primero y de San Diego después la acabarían cerrando. Ocupaba el espacio en el que hoy está la estación de autobuses, obra que no se pudo iniciar hasta que San Diego entró en funcionamiento permitiendo retirar de allí los últimos almacenes de Renfe. Con la Estación del Norte sin uso, Fomento cedió al Ayuntamiento los terrenos para hacer la de buses.

Al lado del puerto, San Diego ocupó un recinto de cerca de 120.000 metros cuadrados. Cuenta con 11.109 metros lineales de vías y 20.000 metros cuadrados de playas y patios de carga directa de vagones y camiones. Hay, además, 11.400 metros cuadrados de muelles, la mayoría de ellos, cubiertos bajo la nave de 8.950 metros cuadrados, incluyendo los 140 metros dedicados a oficinas y que hoy ADIF tiene alquilados a una comparsa coruñesa.

Decadencia

Hasta los años 90 San Diego conoció cierta pujanza. Desde entonces comenzaron los problemas y el declive. En julio del 2014 Renfe suprimió la línea regular de contenedores. La repondría, en precario, en septiembre de ese año para «potenciar las relaciones comerciales dentro de la comunidad gallega, al mismo tiempo que con el resto de España», decían entonces desde la operadora.

Poco duró esa potenciación. Con una única frecuencia semanal y el encarecimiento que suponía hacer que tren se desviase por Vigo en lugar de acceder directo por Monforte, en marzo del 2016 la compañía decidió poner punto y final a la línea. Meses después se llevaba todo el material que tenían en San Diego a otras estaciones. Allí permanece la grúa pórtico deteriorándose por la falta de uso mientras las malas hierbas crecen entre las vías. Como en la Estación del Norte, algún día desaparecerán los raíles y seguramente aparecerán pisos. Para eso, con todo, todavía faltan años, que se prevén de abandono y de falta de actividad.