El farmacéutico que inspiró a Picasso

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

PACO RODRÍGUEZ

Una muestra de 80 piezas permite ver cómo Gumersindo Pardo Reguera influyó en el artista malagueño

18 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Aún huele a Coruña». Esto decía Pablo Picasso del retrato de Ramón Pérez Costales que, con 13 años, pintó el artista durante su estancia en la ciudad y conservó durante toda su vida. Un año antes, el farmacéutico Gumersindo Pardo Reguera (Cervantes-Lugo, 1847-A Coruña, 1916) le había hecho también un retrato al primer mecenas del artista malagueño. La influencia que Pardo Reguera, químico, pintor y fotógrafo, entre otras cosas, sobre el pintor malagueño puede verse desde ayer en la sala municipal de exposiciones de Palexco. Se trata de la muestra Gumersindo Pardo Reguera. Inspirador de Picasso, organizada por el Ayuntamiento coruñés y el Colegio de Farmacéuticos, coordinada por Francisco Muíños, de Arteca, y comisariada por Rubén Ventureira y Elena Pardo. La influencia queda de manifiesto al comparar las obras de Picasso y Pardo Reguera, destacan los organizadores. Así, en 1894 el segundo pintaba el óleo Mondando patatas, una escena costumbrista con dos crías, una de ellas descalza. Es la misma que, un año más tarde, pintará Picasso con el título de Una niña descalza.

En octubre de 1884 Pardo Reguera compra la farmacia del numero 96 de la calle Real y a partir de 1891 uno de los habituales de la botica será el pequeño Picasso, que tenía como compañero a Antonio Pardo, hijo de Gumersindo. Este pintó al pequeño tomando chocolate en 1892 y Picasso lo hizo en 1895 en un cuadro que tituló Retrato de un hombre y que años más tarde sería identificado, en un trabajo de Rubén Ventureira y Elena Pardo, como Antonio Pardo, el niño con el cual el pequeño artista compartía clases y juegos.

Ignacio Pardo, bisnieto de Reguera, evoca que «su hijo Antonio decía ‘Voy a jugar con Picazo’»

«Era un hombre muy polivalente, un poco renacentista». Así califica Ignacio Pardo Pedrosa a su bisabuelo, Gumersindo Pardo Reguera. Y va aportando datos de esa polivalencia de un hombre que fue catedrático de Química en la Universidad de Granada, aunque solo fue a tomar posesión y se volvió para A Coruña. Tenía la farmacia que todavía sigue abierta en la calle Real, frente al Casino, aunque sus responsables ya no están vinculados con la familia.

«Hizo los planos del ferrocarril de A Coruña a Lugo y empezó a pintar tarde», evoca Pardo Pedrosa, que sigue la vena artística familiar, puesto que ha sido uno de los autores pioneros en la videocreación en España «y en el 2007, hace ahora diez años, me hicieron una exposición en el CGAC». También cuenta como la familia «me dejó muchos documentos suyos, con lo que tengo toda su vida resumida en esos papeles». Algunos de ellos son sorprendentes y desvelan otras actividades de Gumersindo Pardo Reguera: «Tengo hasta los análisis de las vísceras de un hombre que le había encargado el juzgado que las analizara y él descubría que había sido envenenado por un raticida que le había puesto su mujer».

Sobre la relación de su bisabuelo con Picasso, Ignacio Pardo evoca la amistad entre las dos familias y como uno de los hijos de Gumersindo, Antonio, era el compañero de estudios del niño malagueño y decía una frase curiosa: «Me voy a jugar con Picazo», que era como le sonaba al pequeño el apellido pronunciado con acento malagueño.