La penosa vida de los sintecho bajo los puentes de Alfonso Molina

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

M. R.

«A un piso o a una casa sí que me iría», asegura un sintecho que ya pasó por algunos albergues de la ciudad

10 feb 2017 . Actualizado a las 11:32 h.

Cerca de la medianoche caminaba hacia el final de la calle Juan Flórez. Lo de caminar es un decir, porque iba dando bandazos de un lado a otro de la acera del viaducto que atraviesa Alfonso Molina. Y le quedaba lo más difícil, que era bajar hasta el lugar donde lleva años durmiendo: debajo de ese puente. Es José, uno de los sintecho que vive debajo de los viaductos de Lavedra. Desde hace un tiempo diversas entidades han intentado sacarlo de ahí y estuvo unos meses acogido en una, otra temporada en otra, pero acaba volviendo al mismo sitio. A veces, en días de duro invierno, cambia el cobijo de la pasarela por un cajero. Pero bajo el puente siguen sus escasas pertenencias. No es el único, ya que de vez en cuando tiene un vecino enfrente, al otro lado de los cuatro carriles de la avenida.

LA LADERA DE BARRO: El acceso a la parte alta es a través de las laderas que, a fuerza de las pisadas, han ido haciendo vías de paso
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Saliendo de la ciudad, bajo el viaducto de la ronda de Outeiro sobre Alfonso Molina, viven varios sintecho. El pasado 20 de enero un incendio acabó con las pocas pertenencias que tenía uno de ellos, el que ocupaba la parte izquierda. No es la primera vez que se produce un incendio en este lugar y en las ocasiones anteriores también afectó a uno de los sintecho que lo ocupaba.

En la parte derecha de la avenida, en lo alto de un empinado suelo de barro, están el saco de dormir, las botas y una bolsa con las escasas pertenencias de otro de los inquilinos de los puentes de Alfonso Molina. Es quizá el más veterano de todos y quiere mantener el anonimato. Dice que tiene 45 años, y de ellos ha pasado casi un tercio viviendo en este lugar.

BASURA: EN ESAS ZONAS SE ACUMULA CONSTANTEMENTE BASURA QUE DEJAN QUIENES ABANDONAN ESOS LUGARES
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Con las constantes subidas y bajadas para llegar al rincón donde duerme se han ido labrando unas escaleras de tierra. Y el continuo paso de vehículos no parece ser una de sus preocupaciones: «Sí, es muy ruidoso, pero a mí no me gustan las normas», argumenta. De todos modos, «si tengo que irme a otro sitio ya me buscaré la vida, o que ayuden a encontrar una habitación».

En este lugar sorprenden que otras escaleras de tierra llevan hasta una zona pegada a la techumbre de la construcción. Y allí, casi escondido detrás de una placa de cemento perteneciente a la estructura del viaducto, hay una especie de cueva que acoge al menos a una persona o tiene allí sus pertenencias. En este lugar el ruido de los coches está un tanto amortiguado, pero llama la atención lo reducido del espacio.

FUEGO: EL PASADO 20 DE ENERO SE DECLARÓ UN INCENDIO EN UNO DE ESOS PUENTES
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«A un piso o una casa... quizá»

Durante el día, los inquilinos de estos habitáculos están buscándose la vida en otros lugares de la ciudad. Van a mendigar a la puerta de alguna iglesia, como hace José, o a comer a alguna de las entidades que les ofrecen ese servicio. Este sintecho asegura que él acudiría a algún albergue, «pero se meten conmigo», y por ello no se ha adaptado a ese tipo de instituciones. «A un piso o una casa... quizá», apunta. Para que pueda tener ese destino varias entidades sociales le hacen un seguimiento, lo mismo que a los otros sintecho, con el fin de darles otra opción distinta a la de vivir debajo de un puente.