Caminantes de paso por la avenida de Alfonso Molina

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

M.R.

Los usuarios del vial dicen que lo usan para ir a la compra o hacer recados, «pero por aquí non se vai á praia», ironiza uno

31 ene 2017 . Actualizado a las 11:35 h.

«Caminante, son tus huellas / el camino y nada más; / Caminante, no hay camino, / se hace camino al andar». Los clásicos versos de Machado se hacen realidad en el entorno de la avenida de Alfonso Molina: decenas de caminantes buscan cada día los lugares más cómodos para ir de un lado a otro aunque sea esquivando los coches, sorteando farolas en medio de lugares que parecen aceras o pateando arcenes a cuyo lado pasan miles de vehículos. El resultado son pequeños senderos que han ido formando con sus pisadas o cruces de calzada como mínimo temerarios. Mientras tanto, los expertos del gobierno municipal y del Ministerio de Fomento miran mapas, hacen planos y cogen las fotos de Google para hacer un proyecto que acumula meses y meses de espera.

P

or ahora, pasear por la avenida de Alfonso Molina no parece que tenga gran demanda. «Voy al centro comercial a ver si hay algo en las rebajas que merezca la pena y, si no, a pasear», comentaba ayer un vecino de la segunda fase de Elviña que cruzaba bajo el viaducto que va a la rotonda de Matogrande por encima de la avenida. En el camino se cruzaba con otra vecina de la zona que bajaba con el carro de la compra lleno. Otra mujer, también con carrito, se limitada a decir que usaba poco esta zona. «Y no sé nada», comentaba esquiva.

En el tramo que va desde la bajada del hotel Avenida hasta la fuente de las Pajaritas es casi imposible caminar al lado de los carriles, aunque la zona ajardinada del entorno forma una valla sonora que esconde una pequeña acera que es mucho más andadera. Por un lateral de la iglesia de la Milagrosa y del centro de salud hay un sendero que cuenta con un buen número de usuarios. «Cuando mi hija me deja el perro vengo con él por aquí», comenta Victoria, que se muestra contraria a la ampliación de Alfonso Molina con un «hay otras cosas mucho más necesarias, que nos dejen tranquilos».

De la opinión contraria es Juan, que bajaba ayer desde lo alto de Elviña, por las inmediaciones de la Seat, usando el arcén del vial: «Que a amplíen que os vellos temos que ter sitios para pasear». De todos modos, él no pasea por este lugar e ironizaba con que por el transitado vial «non se vai á praia».

Escuchando las historias de estos viandantes, da la sensación de que la avenida de Alfonso Molina se ha contagiado de la forma de ser del alcalde que le da nombre y que, contaba el historiador Carlos Fernández, hacía cosas como: «Daba conferencias de prensa a las cuatro de la mañana, firmaba licencias de obras de diez en diez, inundaba la ciudad de árboles y flores exóticas, especialmente de tulipanes holandeses, fumaba puros hechos para Rockefeller...»