En busca de un lugar para que revivan un montón de piedras

Eduardo Eiroa Millares
E. Eiroa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Paco Rodríguez

La vieja construcción lleva desmontada desde 1984 y con los bloques en un almacén municipal tras su traslado en el 2013

19 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque pueda sonar extraño A Coruña fue tierra de molinos de viento. No era Castilla, pero alguno hubo para ayudar a moler el grano al gremio de los panaderos. Todos los niños -y los que lo fueron- de la ciudad recuerdan la estampa del que se encuentra en el parque de Santa Margarita. Seguramente no por el molino, sino por los patos.

Ese no era el único que existía. Hubo más y uno se conservó más o menos entero durante muchos años, es de Agramela, en el Agra. Se sabe que en 1859 ya estaba allí dando servicio. Dejó de hacerlo con el paso de los años, pero la construcción y el campo que lo rodeaba siguieron en el sitio hasta 1984, a dos pasos de la actual plaza de las Conchiñas, que entonces no existía.

Un lugar de juego

«Os nenos xogaban dentro e arredor del, chegou a haber unha horta», recuerda Ricardo Seixo, presidente de la Asociación de Vecinos del Agra, entidad que lleva años demandando que se restaure el molino y que ya en su día se opuso a su demolición, que dejó paso a la urbanización intensiva del barrio. «Cando sacaron o muíño houbo unha resposta importante do barrio», dice. Ya estaba parcialmente en ruinas y carecía de cubierta, pero aquello tenía un valor sentimental, cuenta Manel, que se crio en el barrio, para los chavales que habían crecido jugando allí.

«Retirouse co compromiso de volver a repoñelo no barrio», cuenta Seixo. El compromiso no se cumplió, aunque al menos se tomaron las medidas para facilitar su reconstrucción. Entonces se numeraron las piedras como se hace con los monumentos para su traslado, pero aquello acabó de mala manera.

Santa Margarita

Los restos del molino de Agramela acabaron tirados de cualquier manera no muy lejos de su hermano de Santa Margarita. Allí mismo, en el parque, fueron almacenadas al aire libre las piedras con sus números, que fueron cogiendo verdín mientras pasaban las décadas por ellas.

El colectivo vecinal no cejó en su empeño y ya en el anterior mandato se dieron algunos pasos, pero no hacia el Agra, sino a un lugar más lejano. El Ayuntamiento decidió retirar de allí los bloques de granito para ponerlos a buen recaudo en el almacén municipal de Bens. Corría el año 2013 cuando un camión se los llevó. Allí siguen, confirman desde el consistorio.

«O Concello quedou en facer unha exposición en maio no Ágora sobre o muíño para abrir un debate sobre onde repoñelo», dice Seixo, que lamenta que aquello tampoco se cumpliera ahora.

El molino estaba en la actual calle que lleva su nombre, en el Agra, muy cerca de las Conchiñas. En esa vía han abierto nuevos negocios y el cambio generacional ha hecho que muchos de los que allí viven o trabajan no sepan ya ni dónde estaba exactamente la construcción ni cómo era.

Desde María Pita confirman que la intención de devolverlo a la vida sigue en pie, y que en las próximas semanas la intención es contratar una asistencia técnica para estudiar posibles ubicaciones y la forma de restaurarlo, para lo que se será necesario estudiar las piedras y comprobar que, 32 años después, no falta ninguna y no han desaparecido los números que designan su ubicación en un plano.

La intención es también la de abordar el asunto en un «proceso participativo» con los vecinos del Agra para buscar con ellos lugares donde reponerlo, como el entorno del Ágora, el parque del Agra o el Adolfo Suárez, indican desde María Pita.

«No barrio o único que se fixo foi darlle terreo aos especuladores», lamenta Seixo, que al menos cree que la presión hizo que el Ayuntamiento construyese una plaza pública -la de las Conchiñas- en lugar de más edificios en el barrio con mayor densidad de población de la ciudad. Allí, lógicamente, resulta difícil ahora encontrarle sitio al viejo molino.

Un cartel recuerda en un escaparate de la calle Agramela que por allí anduvo la vieja construcción. Falta ahora, después de tanto tiempo, saber si volverá.

El gobierno local quiere contratar una asistencia para técnica para reconstruirlo