El Agra del Orzán es como la ONU

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Uno de cada diez vecinos que viven entre la ronda de Nelle y la de Outeiro nació fuera de España

04 dic 2016 . Actualizado a las 18:10 h.

Hace unos años, los extranjeros que habían escogido el Agra del Orzán para vivir eran muchos más. Sobrepasaban los tres mil. Entre el 2000 y el 2008, llegaban a cientos. Hasta que apareció la crisis. La construcción, un sector que había atraído a la mayoría de los inmigrantes, se vino abajo y un buen porcentaje de foráneos se vio en la calle de un día para otro y sin otro empleo que cubrir. Habían llegado a la ciudad para cambiar de vida y, muchos, solo cambiaron de hambre.

El Agra, además de ser el barrio de la ciudad más densamente poblado (617, 7 habitantes por hectárea, casi el doble que el segundo de la lista), acoge la mayor diversidad racial. Esta zona, que en los sesenta y setenta despegó gracias a la llegada masiva de inmigración procedente del mundo rural, pasó de pronto a ser el principal receptor de extranjeros en A Coruña. Algunos de ellos, como hicieron antes los que habían llegado desde todos los rincones de Galicia, montaron negocios para vender productos de sus tierras que aquí eran difíciles y caros de conseguir. La gran mayoría se ocupó en esos sectores que durante los años de las vacas gordas ofrecían dinero y trabajo. Los peruanos, como los colombianos, argelinos o senegaleses animaban a los suyos a venir. No ya a la ciudad, sino a su barrio. Y así fue como creció la colonia extranjera en el Agra.

Pero llegó la crisis y empezó el goteo de inmigrantes que regresaron a sus países. En los últimos tres años se fueron mil. Hoy en día son 2.095.

Según un estudio realizado por Ecos do Sur, en la distribución de las nacionalidades por continente, se puede observar como en el Agra del Orzán, por un lado, la población extranjera mayoritaria procede de América (51 %). Además, existe mayor representación de población africana (26 %) que en el resto de la ciudad (13 %), siendo equivalente a la menor representación de población europea (18 %) que en el resto del término municipal (29 %).

La población senegalesa es la mayoritaria entre la población extranjera, con un crecimiento continuo en los últimos años. Otra población que las cifras muestran que está en un continuo crecimiento es la rumana, convirtiéndose en la segunda colonia foránea mayoritaria en el barrio. Los dominicanos también tienen en estas calles su lugar de residencia. Si bien descendieron en número en los últimos años, siguen siendo los terceros.

La población brasileña muestra un descenso importante en el barrio de un 12 % en el último año, una salida que se puede deber por un regreso a sus países de origen o a otros lugares con un mercado laboral más dinámico, tal como ocurre también con los nacionales de Uruguay y Argentina, con marcada trayectoria descendente en el último año (11 % en el caso de Argentina), que también se debe al acceso a la nacionalidad española de parte de sus miembros.

Unos países que llevan una trayectoria ascendente a la hora de atraer nuevos vecinos en los últimos años son Rumanía (un incremento del 6 % en el último año) y Marruecos (un 24 % en el último año), debido principalmente a procesos de atracción por motivos familiares.

Jubilados mileuristas y más viejos que jóvenes en una ciudad de servicios

A Coruña es una ciudad en la que la edad media de sus habitantes se sitúa en 45,9 años, con algo más de la mitad de los que está en edad de trabajar -entre 16 y 64 años- afiliados a la Seguridad

Social, con una población que baja ligeramente con respecto a los últimos años, hasta los 243.870 vecinos empadronados, y con más residentes que superan los 64 años -el 23,5 %- que los que no llegan a los 20 - el 15,7 %-. El primero de esos grupos creció en 0,8 puntos desde el 2012, mientras el segundo solo lo hizo un 0,3 %.

En A Coruña, la pesca y la agricultura, así como la industria, tienen un peso residual, y la dependencia del sector servicios ronda el 85 %. Ese es el retrato, en líneas generales, que hace el Instituto Galego de Estatística de la situación actual en su último informe sobre las urbes gallegas, en el que también se ponen de manifiesto importantes asimetrías dentro del tejido urbano coruñés entre unos barrios y otros.

La edad media de los vecinos no es igual en todas partes. Mientras en los barrios más jóvenes está en los 29,9 años, en áreas como Monte Alto alcanza los 52,7 años. En el centro la edad ronda los 50 años por los 34 del distrito en que se ubica Novo Mesoiro. Este último caso es muy llamativo en sus indicadores. Con una población más joven, es el que tiene un mayor índice de afiliación a la Seguridad Social, hasta el 71,2 % según la zona.

En el otro lado, el más deprimido es el entorno de Labañou, donde solo el 28,2 % de los residentes están en edad de trabajar. Novo Mesoiro y su área -que abarca también Mesoiro, Feáns, Birloque y parte de A Zapateira- es, también el barrio con menos comercios, 82 en total frente a los 2.338 del que más tiene, el que va de los Castros a Someso pasando por Matogrande y la Gaiteira.

Pensiones muy diferentes

La pensión media que cobran los jubilados coruñeses también varía mucho de un lado a otro. La ciudad se sitúa en el mileurismo, pero no es lo mismo un sitio que otro. Novo Mesoiro y su entorno se llevan la peor parte en ese campo. Las personas retiradas que allí residen ingresan 718 euros al mes de media, la mitad de los que entran en la cuenta de los empadronados entre Juan Flórez y la calle Nicaragua, los más ricos, con 1.437 euros al mes de retiro. Donde mayor es el porcentaje de extranjeros y de pensionistas sobre el total es en el Agra del Orzán y la calle Barcelona.

«La vida es muy distinta aquí, hay más seguridad y más tranquilidad»

Adina no sabe lo que es ir a una discoteca. Está soltera, tiene 26 años, trabaja de asistenta en cinco domicilios y casi todo lo que gana lo envía a su familia en Rumanía. «Estoy muy contenta aquí. La vida es muy distinta a la de mi país. Aquí hay más seguridad, mejores hospitales, todo está limpio y hay tranquilidad. En Rumanía no podría caminar sola de noche por la calle y aquí sí puedo», dice.

«Quiero que mis hijos prosperen aquí; en nuestro país no hay futuro»

Tiene un negocio que vende fundas de móvil, envíos de dinero y hasta productos alimenticios de distintas partes del mundo. Tariq llegó a la ciudad animado por un amigo que había emigrado antes. Juntos, alquilaron un bajo y montaron un negocio. Dice que les da para vivir, pero poco más. Lo importante es que ya tiene a sus hijos aquí. Porque lo único que quiere es que «progresen». En su país, dice, «no hay futuro».

«Los africanos solo queremos traer a la familia para darle una vida mejor»

Este senegalés que reside en el Agra del Orzán en un piso junto a otros cuatro compatriotas lleva seis años, desde que llegó, trabajando como albañil. No conoce el paro. Solo «ahorrar». Quiere traer a su familia. Su esposa y una hija viven en Dakar y espera que el año que viene pueda traerlas. «Trabajamos duro. Los africanos solo queremos traer a la familia para darle una vida mejor que la de nuestro país», explica.

«Los trabajos que nos ofrecen son precarios y están muy mal pagados»

Duban llegó a España con 19 años. Probó suerte en Madrid, donde trabajó en la hostelería. Un primo que vivía en A Coruña, en la calle Páramo, lo convenció para probar suerte en la ciudad. Dejó su trabajo y aquí se vino. «Trabajé en tres bares desde que llegué y ahora estoy en el paro. Me ayuda mi familia a sobrevivir. Estoy contento en España, pero los trabajos que nos ofrecen son precarios y mal pagados».