6.000 mujeres al otro lado del teléfono

Montse Carneiro A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

César Quian

El inminente ERE en Extel pone sobre la mesa las críticas condiciones laborales de las trabajadoras de telemárketing

23 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada vez que alguien llama al número 1004 de atención al cliente y al otro lado de la línea una mujer (lo es en más del 80 % de los casos) descuelga el teléfono, comienza una carrera contra reloj en la que la trabajadora deberá atender la consulta del cliente, resolverla, ofrecerle un producto, vendérselo, tramitar la venta y seguir un complejo procedimiento interno para grabar el expediente antes de que transcurran 480 segundos. Si la cuenta atrás llega a su fin y el interlocutor aún no ha colgado, la trabajadora será penalizada sin incentivos por exceder el tiempo reglamentario. O por no haber conseguido cerrar una venta ?el objetivo prioritario de los servicios de atención al cliente, según los sindicatos?, por ofrecerle al cliente un producto más económico que el que ya tiene o por descuidar las argucias de las que se valen las empresas para ensanchar el marco legal. «A un compañero lo sancionaron con un día sin empleo y sueldo por ofrecerle a un cliente una baja de una línea en 48 horas. Es lo que dicta la ley, pero nosotros estamos obligados, salvo que el cliente se enfade y reclame, a ofrecerle la baja en siete días para que otros compañeros puedan llamarlo ofreciéndole algún otro producto y evitar la baja definitiva», explica David Toural, presidente del comité de empresa de Extel, filial del grupo transnacional Adecco que emplea en A Coruña a 900 personas y acaba de presentar un expediente de regulación de empleo por causas productivas y organizativas.

En la planta novena del edificio Proa de Matogrande 120 trabajadoras de Extel responden llamadas al 1004 desde una sala diáfana con otras tantas cabinas, teléfonos y pantallas por todo mobiliario. «En cada fila hay una coordinadora. Al fondo están los responsables. Los gritos de «¡Hay que vender!» y las llamadas al despacho para advertirte de las consecuencias de que no vendas son habituales. Cada vez hay más ataques de llanto y de ansiedad y trabajadoras medicadas», afirma Yolanda Martínez, trabajadora de Extel y representante sindical.

En Atento, la segunda empresa con más empleados (800, de los 6.000 que agrupa el sector en A Coruña), las presiones siguen el mismo rastro de la rentabilidad extrema. «Aquí no nos dejan abrir partes de averías, porque las averías implican el desplazamiento de los técnicos a los domicilios de los clientes», explica Montse Otero. Así resulta que todo se fía a la habilidad para salir del brete del trabajador, acuciado segundo a segundo por el reloj, con frecuencia sin formación (la movilidad entre departamentos es habitual e intempestiva, según las centrales) y forzado a vender a toda costa, «aunque el usuario te esté insultando, que es algo que ocurre a diario», afirma Toural.

«Fuimos creados para ser explotados», resume este trabajador que desde el año 2000 fue testigo de la evolución de un sector creado de la externalización de servicios de empresas pujantes que hizo de A Coruña uno de sus centros nacionales. «Las primeras, las de Telefónica, se asentaron aquí, y el resto ?apunta Lucía Trénor? vinieron detrás a sabiendas de que aquí tenían un nido de trabajadores excelentes y formados».