En el treinta aniversario de la muerte de Tomás Barros Pardo

Araceli y Tomás Barros Cao TRIBUNA ABIERTA

A CORUÑA CIUDAD

03 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace 30 años fallecía Tomás Barros Pardo (Toledo, 1922?A Coruña, 1986), poeta, pintor, autor teatral, ensayista y, sobre todo, gran humanista gallego del siglo XX, cualidad que impregnó todos los campos en los que trabajó incesantemente desde los 14 años hasta sus últimos días.

Muy implicado con la sociedad gallega desde la posguerra (vivió desde los 6 años en Galicia, tierra de sus padres), la temática de toda su obra traspasa esta frontera tanto espacial como temporalmente.

Así, el simbolismo y el pensamiento más abstracto asoman con fascinación en sus composiciones pictóricas (El Quijote, Prometeo, Diógenes?) y en sus obras de teatro y poesía (El helecho en el tejado, Berro diante da morte, Abraio, A imagen y semejanza, Fausto, Margarida e Aqueloutro?).

Fue cofundador con Miguel Carlos Vidal y Mario Couceiro de Aturuxo (Ferrol. 1952-1960), revista bilingüe de poesía y crítica que acogió a la mejor lírica española de aquellos años, ilustrada por Isaac Díaz Pardo y Segura Torrella. Colaboran en ella José Leyra Domínguez, Luz Pozo Garza, Xohana Torres y Miguel González Garcés, entre otros.

Ya en A Coruña, funda y dirige con Luz Pozo en 1975 la revista de poesía y crítica Nordés, con Luis Seoane como ilustrador, en la que colaboran prácticamente todos los poetas gallegos de la época y buena parte de portugueses y españoles.

Miembro correspondiente de la Real Academia Galega (26-03-1980), desafortunadamente no se premió ningún año con el Día das Letras Galegas, organizado por esta entidad.

Fue nombrado miembro de número de la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora del Rosario en mayo 1986, promovido por José Leyra Domínguez, quien iba a contestar al discurso del nuevo académico en su recepción pública. El discurso de Barros llevaba por título Ritmo y abstracción (extracto del libro con el mismo título). Su fallecimiento, el 3 de septiembre de 1986, impidió el ingreso formal en la Academia.

Con un estilo absolutamente anacrónico, sus cuadros no dejan indiferente a quien los observa, quedando patente en ellos el conflicto técnico forma?cor (como lo denominaba el propio autor), que va evolucionando hasta el final de sus días en que, según sus palabras, es cuando sabe lo que quiere hacer en pintura y cómo hacerlo.

Sus ensayos tratan diversos temas: Ritmo y abstracción (profundo análisis de la evolución del arte abstracto); Fases abstractivas en la obra de Luis Seoane (inédito-arte); Los conflictos ideológicos y las tres modalidades de conciencia (inédito?filosofía, ética, religión); Teoría de los contrarios (inédito - filosofía); El símbolo de la sombra en Rosalía y en la poesía (inédito); Teatro y abstracción (inédito)? Como no podía ser de otra manera, sus inquietudes intelectuales empapan todo lo que hizo.

Como suele ocurrir (nadie es profeta en su tierra), su obra obtuvo reconocimiento internacional (Primer Premio Internacional de Poesía del Círculo de Escritores y Poetas Iberoamericanos de New York, por A imagen y semejanza, en 1972) y ha sido objeto de estudio tanto en Estados Unidos (Estelle Irizarry) como en Canadá (Paul McDermid). Es tras su fallecimiento cuando más se investiga su obra (Antía López García, Alfredo Rodríguez López-Vázquez, Aurora Marco, M.ª Luisa Candal, Ánxeles Penas, Antonio Garrido, Xulio Valcárcel,?), siendo objeto de estudio en la universidades de Santiago y A Coruña.

Sus hijos, herederos de su patrimonio cultural, desean reivindicar su recuerdo y el reconocimiento merecido de toda su obra -mucha aún inédita- que nunca fue apreciada en su justa medida. Por ello, van a realizar a lo largo de este año diversos actos conmemorativos, con donaciones de sus cuadros a entidades públicas y privadas que han colaborado con el autor y reconocido su labor artística, cultural e intelectual, principalmente en A Coruña y Ferrol.