«Estamos afeitos ao asfalto, e aquí consérvase o bo espírito da aldea»

P. Santiago, a. a. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

Es presidente de la asociación de vecinos de un barrio rural lleno de contrastes sociales y económicos

02 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Suso Prado, presidente de la asociación de vecinos de Eirís desde hace once años, confiesa que sus dos lugares favoritos en el barrio -tras 34 años viviendo en él- se encuentran en la zona nueva: el lago de los patos y el punto más alto del parque de Eirís, desde donde vio las últimas Perseidas. De las ruinas del castillo que conserva el parque, inaugurado en el 2004, Suso considera que bien pudo ser la típica casa de aldea, «coa súa lareira, a entrada e isto ten pinta de ser o retrete». Pero nada tienen que envidiar en cuanto a historia los de Eirís de Abaixo, el núcleo rural donde empezó el lugar, y que conserva unas de las mejores panorámicas de la ciudad: «Todo isto eran casiñas con terras para cultivar», explica Suso, «estou convencido de que se buscas ben aínda atopas unha fresa», de ahí que la zona se conozca también como Campo da Fresa.

Perviven en Eirís las casas de los escritores Xosé Francisco Lesta Meis y Uxío Carré, ocupadas hoy por hijos y nietos. «Aquí vive xente moi arraigada ao barrio, por herdanzas de pais a fillos», pero también nuevos inquilinos en las zonas más nuevas, próximas a Monelos o al Chuac, señala. «O contraste entre unhas familias e outras é enorme: fronte a niveis de vida normaliños, instaláronse zonas ricas, como a Regueira ou a que chamamos a Moncloa na avenida da Lamadosa, pero a xente adaptouse moi ben, algúns veñen a comprar ás poucas tendas de barrio que quedan». Además, «das boas vistas podemos disfrutar todos». Dice que casi todo el mundo se conoce en Eirís, y que muchas veces dejan las puertas de sus viviendas abiertas porque se sienten seguros. «Estamos demasiado afeitos ao asfalto, e Eirís conserva o bo espírito de aldea, iso na cidade está desaparecendo». Recuerda con cariño cuando las casas más cercanas al barrio eran las de Palavea, «unha semana facíamos as festas alí, e outra aquí», para concentrar más gente en las verbenas, explica. «Había outra comunicación, agora todos queremos a nosa festa, e ás veces sae mellor compartir». Para Suso, el centro cívico «cambiou a vida do barrio» por ser un punto de reunión de todos los vecinos. Pero si pudiese pedir algo para Eirís, pediría unas pantallas informativas del día al que pertenece cada uno de los 366 castaños del Parque de los Nacimientos, «así todos teríamos a nosa árbore». Señala que a veces son «pequeñeces as que quedan sen rematar, e non custan tanto». No es el caso del Ofimático, que considera un caso complicado. «As cousas funcionan todas, so hai que poñerlles camiño», reflexiona.

Una zona incomunicada

«Nesta zona non hai nome nas rúas, e o correo ven de mala maneira, non sei se chegan algunhas cartas», lamenta Suso de una calle de Eirís de Arriba. «Pedimos unha segunda liña de bus que vaia pola avenida de Lamadosa, e comunique o barrio co Castrillón». Pero lo que más les preocupa es que un día pase «algo gordo: A ver por onde entran os camións de bombeiros ou a ambulancia, estamos moi encerrados». Convertir la zona en peatonal, una vez terminado el Ofimático y contando con una vía de salida por la nueva barriada, no le parece una mala opción.

Por otro lado, en cuanto a espacios verdes «seremos uns dos mellores da Coruña», sobre todo en el parque de Eirís, que considera muy saludable: «O di a palabra, Eirís: aire, sen a humidade de abaixo», puntualiza refiriéndose al resto de la ciudad. Aun así Suso lo tiene claro: lo mejor del barrio en el que vive siempre será su gente.

Convivencia entre jóvenes y mayores, con pensiones inferiores a la media

En el núcleo más rural de Eirís eran en el 2015 unos 1.255 vecinos, según datos del IGE, pero si a estos se les suman los que viven en las zonas más nuevas, próximas a Monelos o al Chuac, la cifra aumenta hasta 4.635 vecinos. De ellos, 846 son jubilados, una distribución representativa del total de la ciudad, pero perciben casi 200 euros menos de pensión que el jubilado medio coruñés, quien cobra 1.030 euros. La edad media de la zona va de los 47,5 años en el área más asentada del barrio, a los 41,6 en las zonas de construcción más reciente, donde el porcentaje de población menor de veinte años asciende al 18,2 % de los habitantes, dos puntos por encima de la media coruñesa. El porcentaje de afiliados a la Seguridad Social es también superior a la media de la ciudad.