El mercado de la basura

maría cedrón REDACCIÓN/ LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

PACO RODRÍGUEZ

Grupos de rumanos patrullan ciudades gallegas de contenedor en contenedor recogiendo objetos que luego ofrecen en puestos clandestinos

31 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Un hombre de mediana edad arrastra un viejo carro de la compra por la acera de un barrio de A Coruña. En la otra mano lleva un gancho de hierro. Avanza a paso ligero por la acera y se detiene ante un contenedor de basura. Lo abre y con el instrumento metálico destripa las bolsas que aguardan dentro. Hace lo mismo en otro que está en el mismo callejón. Su ruta es habitual. No es el único que va de contenedor en contenedor a la caza de objetos susceptibles de entrar en un mercado clandestino de objetos de segunda mano rescatados de la basura.

Son muchos los que patrullan ciudades como A Coruña rompiendo bolsas para buscar género o los que se llevan algún que otro mueble apoyado en los contenedores. Tras días observándolos, parece que cada uno recorre su parte de la ciudad. Hay los que van solos, como otro joven que avanza por la parte alta de la calle de la Torre, o los que revuelven en la basura por parejas como unas mujeres con carrito que van de aquí para allá a plena luz del día en el entorno de la calle Manuel Murguía.

En otras capitales, como Santiago, dejaron de hacerlo cuando cambiaron el modelo de los contenedores. Por Vigo, lo que más buscan son alimentos que ya no quieren en el supermercado. En Pontevedra, reconocen desde el Concello, lo que hay a veces es una recogida paralela de cartón con el que luego sacan unos euros. En villas como Cambre también se produce una práctica parecida que, a veces, deja un rastro de ropa desperdigada por la calle.

La proliferación de estos buscadores de objetos que otros no quieren ha dado lugar a un mercado de la basura que, en lugares como A Coruña, resulta cada vez más acusado. Fuentes policiales confirman que la tendencia va en aumento desde hace unos meses. Dicen que, en parte, puede deberse a un efecto llamada. La razón que aducen es que los que practican esta actividad legalmente cuestionable por el rastro de basura que dejan en la vía pública no encuentran muchos obstáculos para desarrollarla.

Del contenedor recogen de todo. Desde juguetes viejos a trozos de teléfonos estropeados, cargadores, calzado, libros, muebles de pequeño tamaño, botes de colonia a medio gastar... Aunque unos de los contenedores más buscados son los de ropa.

La estampa del hombre que abre las bolsas con el gancho o la de las mujeres con carrito que van de contenedor en contenedor tiene segunda parte. Suele ser los domingos por la mañana en el entorno del mercado de San Agustín, a pocos metros del Ayuntamiento de la plaza de María Pita. 

MARCOS MÍGUEZ

Protestas en A Sardiñeira

Después de que los propietarios de puestos legales del mercadillo de los martes de A Sardiñeira denunciaran su presencia en la zona, los «cazadores de basura» han buscado otras zonas donde instalarse.

No es complicado encontrarse con ellos. Nueve de la mañana. Los que vuelven para casa después de una noche larga coinciden a veces en uno de los bares que hay en el entorno del mercado de San Agustín con los que (buena parte son de origen rumano) llegan con la mercancía que luego exponen en el suelo sobre mantas o sábanas perfectamente preparadas para salir corriendo en cualquier momento. Ellos suelen colocarse en el lado izquierdo del mercado. A la derecha quedan los supervivientes de otro mercadillo tradicional, el de monedas antiguas, del que ya solo quedan tres o cuatro pequeños puestos.

Los rumanos despliegan su particular top manta, como en uno de los más famosos mercadillos de cachivaches de Turín. Unos atienden el puesto. Otros observan a un lado y a otro para dar la voz de alarma en caso de ver aparecer algún coche de la Policía Local.

Cuando aparecen, huyen con la manta o la sábana a cuestas. Durante la escapada queda algún que otro objeto desperdigado por el suelo. Muñecos descoloridos, colonias a medio gastar, piezas que ya no hay en el mercado normal o no son habituales....

Todos esos lotes de objetos rescatados de la basura tienen un público. Mucha gente mayor que pasa la mañana viendo qué hay. Curiosos ojeando. Alguno compra. Y también, en medio de la vorágine, está el que se acerca al viandante para ofrecerle una cadena, un bote de colonia. Lo muestran cuidándose de no mostrar mucho, para que nadie los vea. Ante la respuesta negativa continúan el periplo en busca de comprador. Pero no solo eso. Todo el rato avanzan de un lado a otro con los ojos puestos en cada esquina. No vaya ser que de repente aparezca la patrulla en la plaza.