Antón Sáez: «La primera clienta que entró en el local se convirtió en mi novia»

Pablo Portabales
Pablo Portabales A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

PACO RODRÍGUEZ

31 jul 2016 . Actualizado a las 16:58 h.

Forma parte de una familia de varias generaciones de médicos y farmacéuticos. «Yo fui el primer desviado», comenta sonriente. Su hermano está al frente de la emblemática botica Sáez de Linares Rivas. «Mi madre siempre dice que tiene un hijo farmacéutico y otro tabernero», apunta Antón Sáez Pérez. «Siempre seré hostelero, pero se me considera más empresario», apunta. Hace siete años abrió Abica en la Marina y hace uno la coctelería La Tavernier, justo al lado. En la actualidad, es el presidente de la asociación que agrupa a los locales de la zona. Forma parte del proyecto La Tita Rivera de Madrid, y con su socio Javier Corrochano está detrás de los negocios Fire Capitano y O Tío Xan. Y también dirige Marchando, una consultora de innovación empresarial enfocada a la hostelería que tiene una rama que es Marchando Events. «Organizamos el circuito del campeonato de España de la World Surf League», explica Antón. Me cuenta, aunque me pide que no lo publique, otro proyecto hostelero que se presentará esta primera semana de agosto. «Y después quiero parar, sino no tengo vida, aunque siempre que monto un negocio digo que ni uno más», reconoce mientras apura una tapa de tortilla.

Amor y trabajo

Me habla de dos novias. Una, de cuando trabajaba en el sector hotelero y lo destinaron como subdirector del Meliá Hanói de Vietnam. «Estaba a punto de irme y ella tuvo un accidente muy grave. Me quedé y aproveché para empezar a trabajar en un proyecto de franquicias». Más adelante aquella relación se terminó y su pareja actual es una joven china, de occidentalizado nombre Cris. «La conocí aquí mismo (charlamos en una mesa alta de Abica). Fue la primera clienta que entró en el local el día de la inauguración. Venía con una amiga japonesa», recuerda. Antón tiene 34 años y dos o tres veces por semana se machaca en el gimnasio con el crossfit. «Antes hacía mucho deporte, pero lo fui dejando y llegué a engordar quince kilos. La tensión genera ansiedad y en un local de hostelería hay muchas tentaciones y vas picando». Dice que el plato favorito de su carta es el atún con pesto de tomate semiseco y aceite de cítricos. «Mi novia prepara en casa cocina asiática, pero hay que estar preparado porque todo pica», confiesa. Lleva la sonrisa pegada a la cara. «Soy optimista por naturaleza. No soporto cuando alguien trabaja sin ganas, sin motivación, con dejadez... Y en mi vida privada quiero a mi alrededor gente sonriendo porque para problemas ya están los que dan los negocios», analiza mientras en su móvil no dejan de entrar llamadas y mensajes. «Tengo grupos de WhatsApp de cada empresa, de amigos, de familia, del surf... Después voy contestando. Soy tranquilo por fuera, pero paso noches sin dormir. Analizo las cosas con calma», explica.

La nueva Marina

Tiene claro su postura sobre la peatonalización. «En toda Europa los centros de las ciudades se han peatonalizado y mejoraron. Es una tranquilidad estar sin coches, sin ruidos. Puede pasar un tiempo, pero al final la gente se acostumbra y quiere estar en las zonas peatonales», sentencia Antón, que pide una fuerte apuesta por el transporte público. «Si hubiese un metro desde O Burgo o desde Santa Cruz, por ejemplo, sería una maravilla». Una idea muy ambiciosa que contrasta con otra más sencilla, unificar los toldos, mesas y sillas de la zona. «Faltan los últimos trámites y esperamos que pronto pueda ser una realidad. Creo que cuando pase el verano, allá por octubre, será el momento de analizar el resultado de la nueva Marina».