«Me pegué un tortazo en la Zapateira»

Loreto Silvoso
Loreto silvoso A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Ella fue la primera. Luego vinieron más, como su hermana Pilar, Hilda López, Josefa Muñiz, Conchita Naveiro, Margarita Rey y algunas otras. A finales de los sesenta, una generación de mujeres empezó a formar parte de la historia del automovilismo coruñés compitiendo frente a los pilotos más experimentados.

24 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Un buen día María Luisa Marchesi dejó su ciudad natal en A Coruña y se marchó a la Costa Brava. En la actualidad reside en Selva de Mar, un precioso pueblecito de doscientos habitantes en Cap de Creus (Girona). Desde allí recuerda para La Voz su etapa como primera mujer piloto de ralis en la ciudad. «Fue una experiencia muy bonita. La recuerdo con muchísimo cariño. Yo me lo pasaba bárbaro», rememora.

-¿Cómo se metió usted en el mundo del motor?

-Tenía amigos como Fernando Lobo y Jesús Domínguez que me empezaron a entrenar. Ellos me convencieron para que participase en las carreras. Yo era muy animada. Todo lo que me faltaba era tiempo para hacer cosas. Y así empecé. También me ayudaba mucho Carlos Arrojo, que, entonces, tenía la Seat.

-¿Tenía coche o se lo dejaron?

-Me había comprado un coche para ir a trabajar a Fertiberia. Yo vivía entonces en Campsa [su padre era el director] e iba con mi Seiscientos por Lavedra.

-Ese fue el coche con el que luego compitió en las carreras.

-Sí, todos los días, a la salida del trabajo, iba a entrenar siempre a la Zapateira. Además, entrenaba a toda caña. No me cortaba un pelo. Tuve momentos en los que me salvé de milagro.

-Le gustaba pisarle.

-Yo estaba electrizada por esto. Me encantaba. Iba a todo lo que podía. Luego me pegué un tortazo subiendo a la Zapateira. En cambio, en los entrenamientos, hacía unos tiempos estupendos. Estaba segura de que iba a ganar. Mire qué inconsciente.

-¿Qué pasó?

-Pues que me pegué un tortazo. Pasó que, en los entrenamientos, llevaba a una persona al lado como copiloto, pero, normalmente hacía sola la subida en cuesta. Recuerdo que aquel día llovía. Me faltó el contrapeso y se me fue el coche.

-¿Resultó herida?

-No, afortunadamente, no. Al salir del coche, que me tuvieron que sacar, pedí otro vehículo para seguir con la prueba. ¡Qué disgusto tenía! Estaba segura de que, iba fenomenal, que iba a hacer unos tiempos muy buenos. Piense que estaba muy entrenada.

-¿Se acuerda qué decía la gente cuando la veían competir?

-Ni idea, porque yo iba a lo mío. Si me gustaba competir, ¿por qué no iba a hacerlo? Mi único fin era entrenar y llegar bien a la meta.

-En esa época, el automovilismo tenía mucho peso en A Coruña. Hoy en día, ya no tanto.

-No tanto. Ya no es lo que era.

«Guardé todas mis copas para que a mis hijos no les tentase meterse en los ralis»

María Luisa Marchesi tenía veinte años cuando empezó a competir en las carreras de automovilismo que se organizaban en A Coruña.

-¿Cuántos trofeos tiene?

-Tengo muchísimas copas. Las tengo guardadas, porque me ocupaban un espacio enorme, sobre todo, en los traslados. Aquí solo tengo conmigo un pote gallego, de plata, muy mono, que gané en una subida a la Zapateira.

-Compitió durante cuatro años. ¿Por qué lo dejó?

-A los pocos días de tener yo el accidente, se murió mi madre y ya después lo dejé. Creía que no tenía que seguir corriendo. Algo me pasó ahí, porque me di el tortazo, se murió mi madre y ya no quise seguir.

-¿Se arrepiente?

-Lo que hice estuvo bien así. El recuerdo es precioso. Invitaría a la gente a que lo probara, aunque yo, si guardé todas mis copas, fue para que a mis hijos no les tentase meterse en los ralis. Sé cómo lo pasé yo algunas veces. Me daba miedo tuvieran un accidente y que yo me considerase culpable. Es un deporte arriesgado.

-¿Le impactó la tragedia de Carral?

-Sí, me impresionó mucho. En mi época no había protección de ningún tipo. La gente estaba a la orilla de la carretera.

-¿Nadie se escandalizaba porque fuera una mujer?

-No, en absoluto. Se quedaban un poco asombrados de que me metiera en el coche. Incluso creo que las primeras veces no se usaba casco. Fue una experiencia muy bonita. La recuerdo con mucho cariño. Me lo pasaba bárbaro.

-Terminamos con la eterna pregunta. ¿Quién conduce mejor, el hombre o la mujer?

-Yo creo que la mujer conduce mejor que el hombre. Es más prudente y concienzuda. Digamos que se expone menos. Eso sí, el hombre tiene más seguridad en sí mismo al volante.