La procesión marítima de 1919 en el Muro

Xosé Alfeirán

A CORUÑA CIUDAD

Se celebró durante las fiestas de María Pita en honor de la Virgen del Carmen

18 jul 2016 . Actualizado a las 23:35 h.

Resultó solemnísima y brillante. Fue una ceremonia nueva que no se había visto nunca en el puerto de A Coruña: eso decía la prensa de la época, aunque a algunos les trajo a la memoria las antiguas procesiones por el mar que organizaban los marineros de la pesca del cedazo de la sardina en la bahía durante las fiestas o con ocasión de la visita de los reyes o de algunas personalidades políticas relevantes en los siglos XVIII y XIX.

Tradicionalmente, desde hacía años, la fiesta religiosa del Carmen se celebraba en A Coruña el 16 de julio con una novena, una misa solemne con sermón y una procesión que salía del templo de San Jorge.

La imagen de la Virgen recorría por la tarde las calles del centro precedida por grupos de niñas vestidas de blanco que portaban flores y seguida por filas de numerosas mujeres pertenecientes a las cofradías católicas, siendo además acompañada por una banda de música. A partir de 1901, tras ser declarada por real orden del 16 de abril, patrona de la Marina de Guerra española, la imagen sería conducida por marineros de la Armada, presidiendo la procesión el comandante de Marina acompañado de otros oficiales y autoridades monárquicas.

Con motivo de la festividad, los buques surtos en la bahía empavesaban sus mástiles y se inauguraba oficialmente la temporada de baños, acudiendo por primera vez las gentes a los arenales de la ciudad.

Pero ese año de 1919 hubo doble celebración: la acostumbrada procesión por las calles el 16 de julio y una novedosa procesión marítima que se realizaría el domingo 24 de agosto, coincidiendo con el día grande de las fiestas de María Pita.

La idea y su organización fueron del sacerdote Baltasar Pardal. Ese día de agosto, tras las dianas y alboradas ejecutadas por las diferentes bandas de música militares, a las diez de la mañana, la imagen de la Virgen del Carmen fue trasladada desde la iglesia de San Jorge hasta la dársena. Allí fue colocada en un templete levantado sobre una batea engalanada en la que se encontraban numerosas niñas vestidas de blanco que entonaban cánticos religiosos y que simbolizaban su corte celestial. Poco después se inició la procesión marítima. Abría la marcha un barco con la banda del Hospicio, le seguía la batea con la Virgen, remolcada por una lancha en la que también iban niñas de blanco representando los nueve coros angélicos, y detrás iban otras motoras con estandartes, insignias y banderas portadas por niños personificando la guardia de la Virgen.

Banda de música

A continuación navegaba la barca presidencial, con las autoridades, la banda de música del regimiento Isabel la Católica y los coros, seguida por diversas embarcaciones. Recorrieron la bahía a largo de todo el Muro, siendo contemplados por un numeroso gentío.

De regreso a la dársena, todos los navíos rodearon la batea de la Virgen; después desfilaron ante ella, cantando para terminar los coros una salve acompañada de música. La procesión marítima había recibido los elogios de la prensa, sin embargo no se volvería a repetir en los años siguientes.