«Lo que sufre mi mujer son recortes»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

capotillo

Ana María Romero padece una lesión medular y espera desde el 27 de junio a que le hagan una resonancia

09 jul 2016 . Actualizado a las 12:17 h.

Ana María Romero acudió a urgencias el pasado 27 de junio al complicarse la enfermedad idiopática -de causa desconocida- que sufre y desde un día después está ingresada en el Hospital Provincial de Pontevedra. A las molestias derivadas del calor, que ella y su familia sufren como el resto de pacientes y trabajadores, se suman otras circunstancias que su marido, Víctor López, ha querido hacer públicas. Lo hacen, dice, porque su caso personal «no es el único» y porque creen que es consecuencia directa de los recortes en la sanidad pública. «Lo que sufre mi mujer también son recortes, en personal y en medios materiales».

A sus 51 años, Ana padece una inflamación de la médula que le ha causado una pérdida de movilidad en las piernas, además de secuelas en un ojo y auditivas. Desde febrero y hasta finales de junio, cuando empeoró y se incrementaron los dolores, estuvo en el Centro de Promoción de la Autonomía Personal (CPAP) de Bergondo (A Coruña), dependiente del Imserso. «Allí recibía los cuidados necesarios para evitar la pérdida de movilidad. Es un centro muy desconocido y como ese solo hay dos en España», explica Víctor. Hasta que el estado de Ana se complicó y en Bergondo recomendaron que acudiera a su neurólogo del Chop.

«Lo que nos dice el médico es que es un brote de la enfermedad, pero para confirmar el diagnóstico le tienen que hacer varias pruebas. Además de un TAC, ya hecho, necesita una resonancia magnética de todo el cuerpo y desde el ingreso seguimos esperando», remacha su marido. La familia López Romero no entiende cómo una prueba como esa puede tardar tantos días al tratarse de una enfermedad grave. Al parecer, se debe a que el servicio tiene la programación llena y no se dejan huecos suficientes para los pacientes ingresados.

«A día de hoy no saben si es un brote de la enfermedad o no, lo sospechan, pero no hay confirmación hasta que se haga la resonancia y a mi mujer la están tratando con medicación», subraya Víctor. Pero la odisea hospitalaria de Ana y los suyos no acaba ahí.

Víctor y sus hijas, Susana y Marta, solicitaron una habitación con un baño adaptado porque Ana tiene que moverse en silla de ruedas. Le asignaron una con un baño con váter, bidé, lavabo y ducha con un altillo. «Nos dijeron que en todo el Provincial solo hay un baño adaptado y que está en la planta baja, en la entrada y es el que usa la gente de la calle», con lo que esa opción quedó descartada. Como alternativa pidieron una silla adaptada, de las que llevan incorporado el orinal, porque Ana no puede usar una cuña debido a su lesión medular. «El personal encontró una muy antigua y como no se hace el mantenimiento se cayó el respaldo», relata Víctor. Este fontanero no dudó en comprar unos tornillos y hacer él mismo el arreglo para poder usar la silla.

Respecto al calor, asegura que Ana sufrió dos síncopes por este motivo desde su ingreso: «Es lo que nos dice el médico». En la habitación hay dos ventiladores suyos. «No entiendo que se colocaran estores de marca y no se instale un sistema de climatización», subraya Víctor, que también denuncia que los fines de semana no hay personal suficiente para levantar a los enfermos.