Galicia se entregó al rey de la salsa

Javier Becerra
JaVIER BECERRA A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Marc Anthony abarrotó el Coliseo tirando de oficio, carisma y grandes éxitos

30 jun 2016 . Actualizado a las 15:27 h.

Salsa. Merengue. Baladas de terciopelo. Caderas en vaivén. Amor. Devoción por el artista. Fiesta latina. Pleitesía a todo un icono pop. Explosiones intermitentes de baile. Lluvia de sujetadores. Y hasta una petición de boda. Todo eso se mezcló anoche en el Coliseo de A Coruña en el debut gallego de Marc Anthony. Cantaba él al final del recital en Vivir mi vida: «Siente vive y goza, que la vida es una sola». El público llenó de contenido esas palabras con su respuesta, volcándose con el artista.

Ni los precios de las entradas (agotadas antes de abrirse las puertas del recinto, pese a costar entre 65 y 150 euros), ni el hecho de que el concierto fuese en día laborable. Nada fue impedimento para que el Coliseo registrase un lleno hasta la bandera. Las quejas vinieron por la tardanza en empezar (amortiguada por versiones a capela de sus clásicos en el foso y la labor del solvente dj herculino Jose Underdub). También por las pausas, a veces excesivas, entre tema y tema. E, incluso, hubo quien echó en falta más detonaciones rítmicas y menos romanticismo a flor de piel en la escaleta. Pero el resto terminó en una gran fiesta entre semana para sus fans que, eso sí, reclamaron al final un poco más de duración.

Todo empezó con un cortocircuito. En las pantallas de vídeo se sugirió ese calambrazo y, a continuación, se proyectó una suerte de tráiler del artista. Rascacielos. Helicópteros. El clip de Vivir mi vida, en definitiva. A continuación, una estampida de percusión, guitarras metálicas y los vientos soplando en las piernas de la audiencia. Hasta salir él. Como el Michael Jackson de la salsa. Gafas de sol. Rosario. Americana negra. Mirada de desafío. Y baño de aplausos y suspiros. Puro poderío para una estrella consciente de su brillo.

Valió la pena. Así arrancó su noche. Micro al aire. La masa humana dibujando ondas sinuosas con su danza. Karaoke colectivo. Luego, balada al contrapunto, Y hubo alguien, marcando un movimiento que se repetiría durante la mayor parte del recital. Subida, bajada y vuelta a subir. En medio, interpretaciones desgarradas de sudor surcando el cuello, como Hasta ayer. También caricias vocales envolventes como Flor pálida con luces efectistas incrementando su poder. No importa. Pese a su impacto en las nuevas generaciones, Marc Anthony es un cantante de vieja escuela. De vozarrón, timbales y cuerpo a cuerpo. No de ritmos programados, luces cegadoras y fulgor led.

PANCARTA CON LA QUE UN CHICO LE PIDIÓ MATRIMONIO A SU NOVIA EN EL CONCIERTO DE MARC ANTHONY
PANCARTA CON LA QUE UN CHICO LE PIDIÓ MATRIMONIO A SU NOVIA EN EL CONCIERTO DE MARC ANTHONY

De la pirotecnia ya se encarga el público. En un momento dado, en la grada se desplegó una pancarta. En ella se podía leer: «Carlota, quieres casarte conmigo?». El artista la vio, mandó encender las luces y leyó el interrogante en voz alta, preguntando quién era Carlota. Ella levantó la mano e hizo un gesto afirmativo, mientras todo el Coliseo rompió en un gran aplauso.

Colección de trucos

El neoyorquino apeló a todos los tópicos de la estrella masiva. Instó a que sus fieles se desgañitasen. Saludó a las mujeres de la tierra. Se puso una bandera gallega en el corazón. E, incluso, contó una historia sobre los ascendentes coruñeses de su pareja, a la que se refirió como «mi señora».

Pero lo importante no se encontraba ahí. Apareció en Contra la corriente, tirando de artillería rítmica. En Vivir lo nuestro, poniendo a bailar a todo el multiusos. Y, por supuesto, en un previsible broche con Vivir mi vida que puso el cierre a la noche, bajando incluso a saludar el público de las primeras filas.