«Me acuerdo de dónde se sentaba cada uno de mis niños de parvulitos»

Loreto Silvoso
LORETO SILVOSO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

cÉsar quián

La maestra coruñesa recuerda a todos sus alumnos de la Academia Galicia

26 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ella es la profesora que escribía cosas como «Sí, muy bien, estupendo, campeón» en las libretas de sus alumnos de la Academia Galicia. Dio clase a media Coruña durante treinta años y, por increíble que parezca, Teresa Arán Trillo, Teté (Fisterra, 1933), se acuerda de todos sus niños de parvulitos.

-¿Cómo es posible que se acuerde de todos sus alumnos?

-Es que tengo muy buena memoria. Me acuerdo de todo, hasta de donde se sentaba cada uno. Este niño estaba en la segunda fila, cerca del encerado; aquel, al fondo... Cuando me los encuentro por la calle, ¡me llevo cada alegría...!

-¿Y no será porque, para usted, cada alumno era importante?

-También. Eso me lo inculcaron mis padres. Los dos, maestros.

-A cuarenta niños por clase que había entonces, me salen 1.200.

-Sí, pues me acuerdo de todo desde el principio. Yo entré como estudiante de 5.º, cuando había aquellas reválidas horribles.

-¿Qué le parece que se hayan recuperado ahora las temidas reválidas?

-A nosotros nos examinaban de siete cursos. Creo que es la forma de analizar el rendimiento de cada alumno.

-Dicen que usted era mucho de poner comentarios motivadores en los cuadernillos de los niños.

-Sí, siempre les ponía frases de estímulo. El primer día de clase les pedía a todos que me hicieran un dibujo y ahí ya sabía cuáles iban a destacar y cuáles, en cambio, iban a necesitar más de mi ayuda. Aún guardo muchos de esos cuadernillos. Tengo una habitación llena en mi casa.

-¿Los que destacaron de pequeños son los que luego han sido exitosos en su vida profesional? ¿O no tiene nada que ver?

-Suele haber una correlación entre los que destacan de pequeños y de mayores. No quiero dar nombres, pero tuve alumnos que hoy ocupan altos cargos y ya de pequeños sobresalían. Ellos eran los que siempre te decían «Seño, ya terminé, ¿qué hago?».

-¿Y ya veía quiénes iban a ser de ciencias o de letras?

-Sí, sí. Eso ya lo veías.

-¿Qué opina de la falta de autoridad del profesor de la que tanto se habla ahora?

-Prefiero no opinar, porque ahora hay otro tipo de educación. Antes, los niños eran respetuosos y cariñosos. No había rigidez en el trato y los padres se entregaban al profesor.

-También antes se pegaba.

-Mis padres nunca pegaron. Yo en la Academia no vi nunca a un profesor pegar a nadie. Jamás.

-¿Y lo del acoso escolar?

-Eso es otra cosa que me llama mucho la atención. Leo algunos casos en la prensa y creo que eso antes no pasaba. También es que, en el patio, los profesores estábamos muy pendientes de todos los niños. Si uno no jugaba, tratábamos de conocer el porqué.

-Se supone que ahora también.

-No lo sé. Nosotros, si veíamos a un niño que era tímido, le hacíamos seguimiento. Por lo general, los niños de sobresalientes y matrículas no eran de jugar. Tendían a aislarse un poco.

-¿Ponía muchos deberes?

-Yo nunca puse deberes.

-¿Es de las que piensan que a la escuela se va solo a aprender y la educación se aprende en casa?

-Creo que las dos cosas son compatibles. Un padre puede educar e instruir. Y el colegio debe instruir y educar.

-¿Qué cualidades debe tener un buen profesor?

-Ser cariñoso, humano y tener mucha intuición. Yo descubrí a muchos niños zurdos o miopes.

«Hice la letra del himno de Sada y luego lo musicaron; sueño con Sada cada día»

Cuenta la maestra jubilada Teresa Arán que escribe casi todos los días, «siempre a mano y poemas en verso libre». De hecho, acumula numerosas colaboraciones literarias, premios y tiene dos libros publicados Faíscas do tempo y Entre dos luces, además de una colección de poemas titulada Desgranando la memoria, aún sin editar. De hecho, la tiene guardada en el cajón junto a miles de escritos. Casi todas las veces que ha sacado a la luz su faceta artística, se presentó con seudónimo. «Cada vez es uno distinto. Utilizo palabras al revés». También pinta, le gusta la fotografía y caminar, sobre todo por el paseo marítimo de Riazor-Orzán y por Sada.

-Usted es la autora del himno.

-Sí, hice la letra del himno de Sada y luego el director de la Banda Municipal lo musicó. Yo sueño con Sada cada día. Y no sé vivir sin A Coruña. Mis caminatas son diarias. Ando de paseo por el pasado y por el presente. Recorro los momentos felices de mi vida, me paro, los disfruto, saboreo lo vivido.

-¿Todavía escribe cartas?

-Sí. Los estanqueros me dicen que soy su mejor clienta por la cantidad de sellos que compro.

-Ya casi nadie escribe cartas.

-Yo escribo unas diez al mes.

-Como la carta que le envió a Alfonso Andrade, el periodista de La Voz que fue su alumno y al que reconoció después de 43 años a través de La Voz.

-Sí, lo reconocí y le escribí para preguntarle qué tal le iba. Desde que él lo contó en un artículo del periódico, todo el mundo me lo comenta por la calle.

-¿El momento más feliz?

-El nacimiento de mis sobrinos y sobrinas-nietas y me llena de orgullo el recuerdo que tiene mucha gente de mi familia y de mí por tantos años de docencia.