En lo alto de Monte Alto

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

21 jun 2016 . Actualizado a las 13:17 h.

Viví cuatro años en la calle Marola, en lo alto de Monte Alto. Es una de esas calles oscuras, difíciles y retorcidas del 15002, pero que por estar precisamente ahí, en la cima de A Coruña, se encarama sobre los tejados de la ciudad para dejarse acunar de madrugada por el barrido, como una letanía, zas, zas, del haz de luz de torre de Hércules, que gira como uno de esos focos carcelarios que salen en las pelis de fugas, zas, zas.

La Marola se supone que se llama la Marola porque hubo un tiempo, antes del desarrollismo sesentero y setentero, en que se podía ver desde allí la isla que aguanta todos los temporales del mundo frente al Seixo Branco. Ahora desde la Marola solo ven la Marola los que fardan de dúplex o ático. La isla la hizo internacional un dicho, quien pasa la Marola pasa la mar toda, que hasta sale en la última novela de Cela, Madera de boj, que es una novela de Nobel con muchos naufragios.

Calle Marola
Calle Marola MARCOS MÍGUEZ

La Marola empieza o acaba -eso nunca se sabe muy bien- en Santo Tomás, en la esquina de la farmacia Ramos Polledo, y remata (o se inicia, quién sabe) en la ronda de Monte Alto, después de deslizarse por unas aceras estrechas, zigzagueantes y llenas de baldosas sueltas y charcos.

En la calle Marola, además de la farmacia Ramos Polledo, hay en la esquina una lavandería y más adelante, bajando a mano derecha, sigue en pie la ebanistería Arte Abril, artesanía en madera. Pero en la Marola, más que tiendas, lo que hay en los bajos es mucha vivienda, porque en el barrio todavía viven a pie de acera, a ras de suelo, como pegados a una Coruña ancestral que aún respira desde el humus sembrado de cráneos de romanos y tibias de otras tribus menos leídas.

La banda sonora de la calle la ponen las gaviotas, que pasan una y otra vez sobre los tejados, a ver si alguien les tira una raspa de sardina o un mendrugo, como siguiendo la estela de ese gran barco encallado en la península de la Torre que llamamos Monte Alto.

Ahora la Marola se ha hecho mayor. La quieren hacer peatonal, ponerle unas baldosas guapas para que pasee la señora Carmiña con su cadela Perlita. En el Café Bar Ansu, desayunos y tapas, en Santo Tomás mismo al doblar la esquina, y en el banco rojo donde echan un pitillo los del C. D. Marte sacan pecho. Lo cierto es que la calle Oriente, aquí al lado, ya se ha adelantado con su enlosado del trinque. Pero dicen los entendidos que no es lo mismo. Los parroquianos creen que la Marola va a ser un pequeño Riego de Agua en medio de Monte Alto. Porque no todo va a ser centrismo y 15001. En el 15002 ya habían puesto los romanos sus calzadas, sus calles peatonales de hace veinte siglos, cuando los del centro, aún sin civilizar, andaban en taparrabos.