A Coruña trata de resucitar el espíritu de «bookcrossing»

maría cedrón A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Eduardo Pérez

Varias cafeterías tratan de impulsar de nuevo un modo de intercambio de libros cuyo viaje puede ser seguido por Internet

13 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El último libro que cruzó la puerta del Café do Macondo, en la calle San Andrés, para emprender un viaje de lector en lector fue Rojo y Negro. La novela de Stendhal la dejó allí no hace mucho el que es bibliotecario de la Universidade de A Coruña desde que se fundó la institución académica, Pedro Incio. Justo ahí en la barra de esa cafetería con nombre de ese pueblo imaginario de Cien Años de Soledad explica su tercera ley de la termodinámica: «Todo objeto introducido en un lugar desplaza a otro de la misma clase y categoría. En mi casa no entran más libros. De ahí que cada vez que compro uno tengo que regalar otro», cuenta.

Esa es la razón por la que dejó Rojo y Negro en el Macondo, para que entrara a formar parte de esa red internacional de intercambio de volúmenes que pueden ser seguidos luego a través de Internet. La idea , popularizada en todo el mundo con el nombre de bookcrossing, surgió en el 2001 al otro lado del Atlántico. Está basada en dejar libros en lugares públicos para que otros puedan beneficiarse de su lectura antes de continuar con la cadena, dejándolos en otro punto de intercambio.

Volúmenes con código

Al otro lado de la barra lo escucha Ángel Brey, el dueño del Macondo, quien hace ya varios años fue impulsó esa modalidad de compartir lecturas. «Empezó con fuerza aquí. Los libros tienen que darse de alta en Internet y luego debe colocárseles un código. Los que no lo traían, debía de colocárselo. Pero había gente que se llevaba varios. Ahora está de capa caída, pero habría que volver a impulsarlo», comenta mientras prepara un cóctel. Mientras lo hace recuerda haber leído un artículo en el que hablaban sobre libros que la gente dejaba en los bancos, en el interior de un árbol...

«Lo que pasa es que sobran libros. Fui a una biblioteca de aquí y había un cajón con volúmenes que dona la gente. Esos libros pueden cogerse. Había varios de Marguerite Duras», dice el bibliotecario de la UDC. ¿Qué está pasando entonces? «No hay lugar en las casas para guardar tantos libros, las bibliotecas tampoco lo tienen y han de hacer una selección», responde Pedro Incio.

Varios locales

Entonces qué mejor solución que hacer que los libros viajen de mano en mano, que la historia que guardan sea compartida. Ángel quiere resucitar a práctica de bookcrossing, pero también hay otros locales de A Coruña que se han apuntado a la idea. Lo hay en el Calma Chicha, frente a la sede de la Policía Local, o el María Castaña, en Orillamar, lo hizo para celebrar el Día das Letras Galegas. Algunos cuelgan una pegatina donde explican la idea. Otros únicamente ponen un lugar donde dejar o coger libros. Pero no importa dónde se dejen. Lo importante es continuar la cadena. Que no pare nunca.