«Catherine» aseguró el camino inglés

Xosé Alfeirán LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Tras ser capturada la lancha británica, en 1440 Concello y vecinos acordaron no apresar más barcos de los peregrinos a Santiago

30 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El tañido de las campanas resonó por toda la villa. Había reunión del Concello. El asunto a tratar era grave y tenía repercusiones internacionales y religiosas. Algunos navíos que venían con peregrinos de los reinos y señoríos de Inglaterra con el fin de visitar el sepulcro del apóstol Santiago habían sido arrestados y embargados en el puerto coruñés. El último fue la Catherine, una barca -típico navío de la fachada atlántica europea de tamaño medio con una capacidad de carga de unos sesenta toneles- capitaneada por el maestro inglés Richarte Artemissa. La razón: el derecho de represalia ejercido por vecinos y moradores de A Coruña.

En la Edad Media la toma de represalias era un derecho que podían realizar los reyes para causar igual daño que el que habían recibido mediante el embargo de las pertenencias particulares de los vasallos del reino con el que estaban en conflicto.

Apresada como represalia

También lo podía ejecutar, con permiso del rey, cualquier persona para tratar de recuperar todo o parte del valor de los daños causados por un extranjero, apropiándose por la fuerza de los bienes, equivalentes a los perdidos, de cualquier individuo que fuese del país de origen del que había causado el quebranto.

Ese era el caso de la lancha Catherine que había sido apresada como represalia por Gonzalo da Costa y Afonso Pedreira, alcalde y notario en A Coruña. Era uno más de los numerosos incidentes dentro de las conflictivas relaciones con Inglaterra a lo largo de los siglos XIV y XV.

La reunión se celebró el 31 de mayo de 1440 dentro de la iglesia de Santiago. El acta levantada, conservada en el Archivo catedralicio, nos permite conocer lo sucedido. Estaban presentes los alcaldes, jurados, regidores y procuradores del concello y muchos mercaderes y vecinos. Ante ellos compareció, por mandato de Lope de Mendoza, arzobispo de Santiago, el canónigo Fernán Rodríguez de Betanzos.

Tas exponer los hechos, les requirió, de parte del arzobispo, que mandasen desembargar la Catherine y que desde ese momento en adelante se comprometiesen a no embargar ni arrestar ningún barco que llegase con peregrinos para visitar al apóstol Santiago y que pudiesen venir y tornar a sus casas cuando quisiesen con todas sus mercancías sin temor a represalias.

Les recordó asimismo que los peregrinos estaban protegidos por las leyes del reino y les advirtió que si no lo hacían incurrirían en las penas establecidas.

Repercusión internacional

La cuestión que debatían era trascendental pues amenazaba la seguridad de las peregrinaciones y los intereses económicos y religiosos relacionados con ellas ya que los armadores ingleses simultaneaban el transporte de personas con el de mercancías.

Después de deliberar sobre ello, el Concello y los vecinos de A Coruña acordaron que todos los barcos que desde ese día llegasen con peregrinos a la bahía y rada coruñesa no serían sometidos a represalias ni ellos ni las mercancías que trajesen. También ordenaron devolver la Catherine y sus pertenencias a sus dueños. Desde entonces, el puerto de A Coruña sería un puerto seguro. Todos saldrían ganando, tanto el arzobispo como los coruñeses.