Arranque con corazón del centenario de Rafael Hervada

r. d. A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

marcos míguez

Pacientes y médicos llenaron el auditorio de Afundación para escuchar a los cardiólogos Josep Brugada y Julián Pérez Villacastín

27 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los actos para conmemorar el centenario del nacimiento de Rafael Hervada, fundador del Hospital San Rafael, llenaron en la tarde de ayer el auditorio de Afundación de médicos, pacientes y contenidas dosis de emoción. Acompañado por Benigna Peña, presidenta del centro coruñés, abrió el encuentro el gerente, Javier Peña, glosando la figura del recordado doctor, un hombre de «gran energía y carácter emprendedor» del que destacó que «entendía la profesión como una singular entrega humana de esfuerzo y constancia».

Para recordar su papel en la modernización de la sanidad, el hospital coruñés arrancó los actos conmemorativos reuniendo para el público a destacados especialistas en corazón. Entre ellos, Julián Pérez Villacastín, experto en el abordaje de arritmias y responsable de la unidad del San Carlos de Madrid y del propio Hospital San Rafael, que explicó qué es y cómo se trata la fibrilación auricular, la arritmia más frecuente en la práctica clínica y que se calcula afecta a 4,5 millones de europeos.

Con uno de los contados españoles que ha dado nombre a una enfermedad, el síndrome de Brugada, abrió la cita con la salud Josep Brugada, profesor de la Universidad de Barcelona, consultor del Hospital Clinic de Barcelona y responsable de arritmias pediátricas del Sant Joan de Deu de Barcelona, para hablar de las causas y frecuencia de la muerte súbita, el 12 % de los fallecimientos por causas naturales que se registran en España. «El corazón es una máquina perfecta que debemos cuidar -dijo-, solo tenemos uno y si falla no podemos suplirlo; es la máquina que lleva la gasolina a nuestro cuerpo y si para, nos morimos». A juicio del experto que describió uno de los síndromes vinculados a la muerte súbita por arritmias, no basta con la medicación para tratar de evitar los fallecimientos fulminantes, la mayoría producto no de las patologías relacionadas con los impulsos eléctricos del corazón, sino con arterioesclerosis. «Tomar pastillas y más pastillas no baja el riesgo, si no cambiamos los hábitos de vida, no conseguimos nada», explicó al auditorio.