Pintura natural, el arte del gyotaku

alba deus, F.E. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Esteban Fuentes y Esteban Bernárdez recogen esta técnica en «Peixes de tinta»

11 ago 2015 . Actualizado a las 16:54 h.

En una mañana gris y mojada, en los confines del monte de Guísamo se encuentra la finca en la que Esteban Fuentes y su sobrino Esteban Bernárdez recuperan una técnica japonesa conocida como el gyotaku que compone la exposición Peixes de tinta del Acuario. Se trata de estampar peces, moluscos y crustáceos con tinta de calamar sobre papel de arroz.

Hace un año que Esteban Fuentes se encontró esta manera tan peculiar de hacer arte. En su momento, «los gyotakus colgaban de los puestos de pescado japoneses con el nombre y el precio de la pieza», esta parece ser la historia más certera, según afirma Fuentes. Su sobrino, Esteban Bernárdez dice haber leído que «después de la guerra, los emperadores no sabían qué hacer con los samuráis y la utilizaban para promover la pesca», pero entre risas recuerdan que no parece más que una leyenda.

Esteban Bernárdez vierte sobrecitos de tinta de calamar en un cuenco, añade sal, y con un mortero empieza a deshacerla explicando que «son miles de pigmentos, cuanto más la trabajes más pigmentos liberas y más puro es el negro». Dice que cuando la tinta «llega a punto concreto de viscosidad, que se hace espejo, es cuando para mí está lista». Preguntado por la conservación de una obra con tinta natural, dice que la tinta no desaparece, al contrario de lo que pueda parecer, por esa pizca de sal que ha añadido.

Mientras, su tío, Esteban Fuentes, coloca la castañeta, sobre un trozo porexpán y comienza a componer clavando las aletas con alfileres para que tenga apariencia de estar nadando. Cuando la tinta está lista, comienza a aplicarla sobre el pez, como si pintase sobre un lienzo, de izquierda a derecha va pincelando la pieza y explica «que el pez absorba un poco la tinta es mejor».

Una vez la castañeta está completamente entintada, posan un papel sobre ella y lentamente presionan para que se empape y plasme su forma sobre él. Cada esquina es importante, aunque «tampoco hacemos una cosa muy fiel, más o menos».

En el proceso de coloreado, es cuando se puede ver lo diferentes que son los artistas. Esteban Fuentes prefiere hacer los ojos del pez con lápiz acuarelable, mientras que Esteban Bernárdez se apropia de la caja de acuarelas. Pero el maestro del color es Fuentes, que dice que «el color que le das depende del estado de ánimo». Bernárdez, a pesar de jugar con acuarela sobre los bordes del pez, prefiere un gyotaku más puro.

Tres en España

Solo conocen otras tres personas en España que practiquen este arte de estampación, en Cádiz y Barcelona. En Estados Unidos «es famosa entre pescadores deportivos como recuerdo de las capturas, sobre todo en Hawái», afirma Fuentes recordando lo hallado en su investigación. En cambio, es una técnica muy extendida en Japón, como manualidad preferida en colegios. «El método es engorroso, pero lo puede hacer cualquiera en su casa» dice Bernárdez. El problema llega cuando uno quiere perfeccionar, «es muy difícil si no sabes japonés, te pierdes la historia, de un vídeo solo puedes deducir los pasos». Una de las principales complicaciones fue dar con un papel que no se rompiese con la humedad de la tinta. «Probamos con papel de seda, pero fue un desastre. A veces estampamos en tela, pero no hemos encontrado nada mejor que este papel de arroz» dice Fuentes.

Tío y sobrino tienen sus talleres en lugares diferentes, A Coruña y Vigo, pero se juntan a menudo para compartir las peculiaridades y trucos que han descubierto. «Solo hacemos juntos las piezas grandes, es más fácil manejar los papeles. Los pulpos que se exponen en el Cenima de Foz, los hicimos entre los dos» apuntó Bernárdez.

Tras un año viviendo entre peces, tinta de calamar y acuarelas dicen que «si llevas un tiempo haciendo lo mismo parece que empieza a pedirte más, a mí me gustaría componer con otros materiales, he probado collage», comenta Bernárdez. Por el contrario, su tío prefiere «probar con algas secándolas y haciéndolas parte de la composición» a pesar de que «al principio probamos, pero no quedaba bien porque no eran porosas, parecían manchas».

La aventura de Peixes de tinta se inició hace tiempo en un bar de Cangas llamado O Rincón, donde hicieron su primera muestra. Allí regresan este mes de agosto.