Por desgracia, ese es mi hijo

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

La madre del joven, que prefiere mantenerse en el anonimato, dice que ya no puede más con su hijo.
La madre del joven, que prefiere mantenerse en el anonimato, dice que ya no puede más con su hijo. a.m.< / span>

Hace un mes pidió auxilio a una jueza porque no puede más. Los «camellos» del barrio se sirven de su único varón para que les haga de «recadero»

28 jun 2015 . Actualizado a las 23:00 h.

La Audiencia Provincial juzgó hace unas semanas a un joven del Agra del Orzán acusado nada menos que de valerse de la inocencia de un disminuido psíquico para que le guardase en su domicilio la droga y un buen puñado de dinero. Finalmente, fue absuelto. Porque ese chico deficiente al que supuestamente utilizaba y que acudió como testigo al juicio lo exculpó. Con cerca de 30 años, pero con el comportamiento de un niño de 12, como dice su madre, juró que si lo había acusado en su día fue por miedo. Explicó que cuando sus padres hallaron esas sustancias en su habitación y llamaron a la policía culpó al procesado porque los agentes lo amenazaron y que dijo eso como podía haber dicho cualquier otra cosa. Entonces, ¿de quién era el hachís? «De un hombre que conocí en la estación de autobuses y me pidió que lo guardase», respondió.

Ni su padre ni su madre le creen. De hecho, «llevamos muchos años sin creerle absolutamente nada». Dijeron que días antes del juicio habían visto a su hijo pasear con el acusado. Y que él mismo les reconoció que frente al juez lo exculparía. Pero la guerra de estos padres no es ver encerrado al imputado -de hecho, fue absuelto por falta de pruebas-, sino que alguien les ayude con su hijo. Ellos solos son incapaces.

Ya no pueden más. Dicen estar agotados. Que una madre diga públicamente «por desgracia, ese es mi hijo», refleja su sufrimiento. La frase la pronunció desde el estrado entre sollozos, cuando la jueza le preguntó si era la madre del testigo.

«Es muy manipulable»

Semanas después del escalofriante relato de lo que fue su vida peleando a diario por enderezar a su hijo sigue pensando lo mismo, que ella sola no puede. Los médicos le diagnosticaron al joven una minusvalía psíquica del 65 %, pero sus padres creen que se quedaron cortos. Su madre cuenta que su «niño» es tan «manipulable» que los delincuentes del barrio se aprovechan de él, que le dan 20 euros y a los 5 minutos ya no tiene un céntimo porque se lo da a quienes lo utilizan. Que hay días que no duerme en casa y que hasta anda envuelto en asuntos sucios. «De pronto dice una mañana que baja a la calle y no regresa hasta tres días después. Sin explicaciones», lamenta. A quien sí dio explicaciones el joven de esas desapariciones fue a la jueza. Le confesó que le gustan los hombres y que va a la estación de buses a buscarlos y pasa con ellos varios días.

Siempre fue así, un «inocente» que trata por todos los medios de «sentirse querido por los delincuentes, sentirse un hombre como ellos. Por eso solo tiene ojos para ellos. Nosotros somos los malos, los que lo queremos proteger, pero él no lo entiende». Y claro, los malandros del barrio «se ríen de él, le piden dinero y hasta lo utilizan para que les lleven la droga de un sitio a otro».

El asunto ese del juicio en la Audiencia Provincial no es el único proceso judicial en el que anda envuelto. Tiene otros y en alguno acudirá como acusado. La Policía sabe perfectamente lo que ocurre con ese chico del Agra. Saben que ni vende droga ni la consume, que es una víctima más de los delincuentes. «Y de muchos desalmados que se mueven por la estación».