Koch resiste en la comarca

R. D. Seoane A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Aunque la incidencia desciende a un ritmo del 6 % anual, la tuberculosis sigue presente en A Coruña

13 abr 2015 . Actualizado a las 20:20 h.

Un tercio de la población mundial ha estado expuesta al bacilo de Koch, el responsable de una de las infecciones más prevalentes del planeta: la tuberculosis. Aunque se tienda a pensar que se trata de una enfermedad asociada a un pasado más pobre o a latitudes más deprimidas, todos los años se diagnostican nuevos afectados en nuestro entorno. Según los datos, todavía provisionales, del Servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública del Complexo Hospitalario Universitario A Coruña, en el 2014 fueron un total de 118 los casos detectados en la comarca.

Históricamente Galicia ha sido una comunidad con una prevalencia importante, tendencia que comenzó a frenarse a partir de 1996, cuando se puso en marcha el Programa Gallego de Tuberculosis. Desde entonces, la casuística ha descendido un 30 %.

Según la unidad de tuberculosis del Chuac, integrada en el Servicio de Medicina Preventiva, se estima que en Galicia entre un 5 y un 10 % de la población tiene riesgo de desarrollar la enfermedad. De acuerdo a los datos provisionales del 2014, la tasa más alta de la comarca se registró en Betanzos, con 10 casos, «pero eso no quiere decir que haya más tuberculosis en esa zona porque un año no marca una tendencia, puede darse un caso en una familia y por eso ese año aparecen diez», explica la doctora María Otero. En A Coruña ciudad fueron 83 los enfermos diagnosticados, 10 se localizaron en Oleiros, 9 en Cambre, 6 en Sada, 5 en Arteixo, 4 en Culleredo y 1 en Bergondo.

Dentro de la comunidad, la coruñesa continúa siendo un área con incidencia ligeramente elevada, «probablemente por la población que tenemos», señala la experta. En la comarca hay más jóvenes -la franja de diagnóstico es mayor entre los 25 y los 55 años-, más población activa y «nos movemos, no estamos aislados», explica. Y la tuberculosis es una enfermedad infecciosa bacteriana que se transmite a través del aire en ambientes cerrados: un despacho, una oficina o un aula, al toser, estornudar, cantar... «Si tienes 80 años y no sales de casa, es difícil que te contagies, pero si eres estudiante, vas a la Universidad, y surge un caso hay que controlar todos los contactos, las parejas, el grupo de amigos con el que juega a la Play, con quien estudia en la biblioteca, en la cafetería, los compañeros de fútbol, los de clase si tiene asignaturas de varios cursos...», enumera la especialista. Es por ello que el número de pruebas practicadas para descartar el contagio -que no significa estar enfermo-, la de la tuberculina, es siempre muy superior al de casos: el año pasado superaron lo 1.700 en toda el área sanitaria coruñesa,

La tos que no pasa, febrícula, malestar, y la pérdida de apetito y peso son síntomas de la enfermedad que, por confundirse con otras afecciones comunes, como un catarro, suelen retrasar el diagnóstico y, por tanto, ampliar las posibilidades y el tiempo de contagio. «Si una persona tarda meses en acudir al médico y ser diagnosticado puede infectar a 10-15 personas», advierte la doctora.

El tratamiento es un combinado de varios fármacos antibióticos que deben tomarse durante seis meses. Pero no solo se trata a los que se constata la enfermedad instalada en sus pulmones a través de una radiografía. La prueba de la tuberculina solo se practica si existe sospecha de la patología, en caso de contacto frecuente con un paciente o aquellas personas que van a recibir un tratamiento inmunosupresor (trasplantados, psoriasis, artritis reumatoide...) que disminuyen las defensas y, por tanto, han de recibir la medicación preventiva para evitar que se desarrolle la tuberculosis. Para aquellos contactos que den positivo en la tuberculina y el especialista considere en riesgo de desarrollar la enfermedad, se practica lo que se denomina profilaxis preventiva, un fármaco durante seis meses o una combinación de dos durante tres meses.

Además de tratarse de una enfermedad de declaración obligatoria, desde el servicio de medicina preventiva, que cuenta con consultas para ello en el Abente y Lago y en el Chuac, se hace incluso una búsqueda activa, visando los resultados de microbiología, de anatomía patológica y los datos de codificación de las altas hospitalarias. Cuentan para ello con la experiencia de dos médicos, una enfermera, una auxiliar y una trabajadora social. Esta figura resulta muy importante para favorecer el cumplimiento del tratamiento. «Hay personas que a lo mejor necesitan un control, hay que llamarlas y recordarles la importancia de tomarse los medicamentos todos los días aunque ya se encuentren bien, y en casos la trabajadora social se ocupa de detectar situaciones más complejas, pensionistas que se incentivan para que acudan al centro de salud a tomar los fármacos», explica Otero. «Hay que cumplir el tratamiento y alcanzar la curación, porque es la vía para romper la cadena de contagio», concluye.

En Galicia, la incidencia de tuberculosis en el 2013 fue de 21,8 casos por cada 100.000 habitantes, en A Coruña se superaron los 26. «Es una enfermedad totalmente curable», advierte Otero, que insiste no obstante en la importancia de controlar la transmisión, tanto en los contactos más próximos o convivientes, como los del entorno social, escolar o laboral. Es precisamente a estos contactos a los que se les realiza un estudio preventivo, la conocida como prueba de la tuberculina. «Dar positivo no significa que tengas la enfermedad, para confirmarlo hay que hacer una radiografía de tórax».