«Quinín» se resiste al San Martiño

Juan Torreiro A CORUÑA | LA VOZ.

A CORUÑA CIUDAD

El cerdo más famoso de Galicia se salta por tercer año consecutivo su destino con el matadero y disfruta de su retiro dorado en el municipio coruñés de Carral

15 nov 2010 . Actualizado a las 12:35 h.

Quinín, posiblemente el cerdo más famoso de Galicia, estaba ayer un poco inquieto en su retiro dorado de Carral, según comentó su cuidador, Pedro Castro. Pero la razón no era que se oliese que por tercer año había superado la prueba del San Martiño. «Despois de darlle moitas voltas creo que se pon nervioso cando orballa e escoita silbar os cables de alta tensión que pasan por enrriba de finca», razona su diagnóstico la persona que mejor conoce a este magnífico ejemplar porcino.

Quinín pasa ya de los tres años y desde hace dos vive en el municipio coruñés de Carral gracias a un benefactor que pagó 3.000 euros por su indulto y evitó así su destino más predecible: el paso por el banco del matachín. Es posible que Quinín no se convierta nunca en jamón ni en chorizos. Tampoco es probable que su hermosa cachola adorne un exquisito cocido, pero lo que es seguro es que Pedro Castro no probará bocado que salga de este enorme cerdo: «Eu non son moito de carne, pero o que teño claro e que nunca comerei a Quinín, salvo que me enganen». Así de tajante se muestra Pedro Castro, abnegado cuidador que se ocupa a diario de alimentar al puerco durante «os 365 días do ano», afirma orgulloso. Quinín ronda en la actualidad los 300 kilos de peso y vive en un régimen de libertad vigilada, dentro de una finca de unos 4.000 metros cuadrados, «donde fai o que lle da a gana. El é o dono», comenta Pedro Castro, quien en ocasiones debe emplearse para convencer al cocho de que vuelva a la finca tras haber logrado escapar debido a su carácter inquieto y juguetón, apunta Pedro.

Como Sogama

Quinín come una vez al día y su dieta se compone básicamente de desperdicios orgánicos. «É como a central de Sogama», bromea su cuidador, quien comenta que algunos vecinos suelen dejarle bolsas con comida, aunque Pedro Castro aclara que «sempre lles pido que deixen a bolsa no cierre da finca e que non lle den de comer eles porque quero saber o que come». Pedro incluye siempre algún chuche cuando visita a Quinín: «Encántanlle as mazás e os kiwis, e sempre que chego ven a cachearme a ver se lle traigo o premio».

Pedro Castro se acuerda también de los primeros propietarios de Quinín, Antonio y Carmen, y está interesado en que sepan que el cerdo se encuentra en perfectas condiciones y que «ten todos os coidados necesarios e que cando queiran poden pasar a velo». Hace dos años que Quinín llegó de Dumbría, en la Costa da Morte, donde ya llamaba la atención por sus maneras poco gorrinas de comportarse. En realidad parecía un perro más que un cerdo, comentaban los vecinos. Y cuando todo parecía indicar que acabaría abierto en canal se montó una inesperada campaña mediática en defensa del cerdo, y el Concello de Dumbría comenzó a recibir correos pidiendo el indulto de Quinín.

Y el perdón llegó gracias a los 3.000 euros de un benefactor que se mantiene en el anonimato. Ahora, el cerdo con más suerte del mundo disfruta de su retiro y sigue mirando pasar el San Martiño.