«A min do párkinson melloroume Carlos, non foron as pastillas»

BETANZOS

CESAL DELGADO

Afectados por la dolencia superan sus síntomas en un gimnasio de Betanzos

26 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace poco más de un año, María, diagnosticada hace cinco de párkinson, no podía caminar sola y sufría una depresión que la había hundido. «Ata lle dicía a miña filla: para estar así é mellor morrer», asegura. En octubre del 2013 se puso en manos del entrenador Carlos Edreira, del gimnasio Charly de Betanzos, y, según asegura, se obró el milagro. «En quince días xa notei melloría. Agora estou moi ben, moi ben, moi ben. Non noto nada do párkinson, só mareos. A min melloroume Carlos, non foron as pastillas», resume esta mujer de 72 años, que todos los días hace una hora de entrenamiento, fundamentalmente de pilates. «Deume a vida», insiste.

María habla sin dudarlo de recuperación milagrosa -«Carlos fai milagros coa xente», dice-, pero junto a ella en el gimnasio practica las mismas técnicas el científico Manuel Varela, investigador del Centro Oceanográfico de A Coruña, quien ha comenzado a contactar con otros profesionales que trabajan con enfermos como él, como un equipo de neurólogos del hospital Arquitecto Marcide de Ferrol o una nutricionista coruñesa que desarrolla su labor en Bruselas, para contribuir a mejorar el tratamiento de la enfermedad.

«Los más espectaculares son los casos de la gente mayor, personas que llevan un año o dos y no solo no han retrocedido, sino que han mejorado cuando se trata de una enfermedad degenerativa», asegura Varela, quien continúa haciendo trabajos puntuales para el Oceanográfico desde su casa de Caión.

La mejoría la constatan los pacientes, sus familias y también los médicos que los tratan. «Hace dos meses fuimos a la revisión y el neurólogo cuando vio entrar a mi mujer del brazo de mi hija se quedó asombrado. Me dijo que felicitara a Carlos», cuenta Pepe, el marido de Maruja Castiñeira, otra paciente de párkinson de 76 años que hasta que empezó con las terapias de Edreira debía usar un andador o una silla de ruedas para desplazarse. «Estamos muy, muy satisfechos. Antes no hablaba, no se acordaba de nada, estaba totalmente desorientada, no se la podía dejar sola porque se caía... Esto es otra calidad de vida», señala este familiar, quien asegura que su mujer comenzó a mejorar a las tres semanas de trabajar en el gimnasio de Betanzos después de haber estado año y medio en rehabilitación sin resultados.

Edreira trabaja en la actualidad con una veintena de enfermos, tanto de párkinson como de otras dolencias neurológicas, como la fibromialgia, con técnicas que lleva desarrollando desde hace una década, en las que combina el pilates con el taichí y el yoga. Asegura que la prueba más clara de sus resultados está en las propias palabras de los afectados y sus familias y que han sido precisamente estos testimonios los que han suscitado más interés entre los profesionales médicos que han acudido a su centro en los últimos meses. «Ellos también creen en este tipo de terapias», asegura.