Casas tapiadas contra los okupas

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

ARTEIXO

fotos: Marcos Míguez

Desde el Ventorrillo hasta A Moura hay casi una veintena de edificios cerrados para evitar que entren a vivir en ellos

25 jun 2016 . Actualizado a las 08:46 h.

«Este antes era el número 16, pero lo cambiaron...». La vecina del número 348 de la avenida de Finisterre desconoce el momento en el que se produjo dicho cambio dando lugar a que en estos momentos existan dos numeraciones a lo largo de este vial. Claro que la doble numeración, sobre la que otra vecina que se dirige al centro de especialidades del Ventorrillo tampoco sabe dar razón, no es lo más llamativo de este tramo de dicha avenida: lo que sorprende es empezar a contar casas tapiadas con bloques, rejas o maderas y llegar hasta la veintena. Esas son las seguras, porque también hay otras que ofrecen dudas sobre si vivirá alguien en ellas o no, dado su estado. Claro que también hay otras en las cuales cualquiera firmaría por vivir, dado su cuidado y buen aspecto, al menos en apariencia.

El fenómeno de las casas tapiadas no afecta solo a las construcciones que hay desde la calle Rafael Hervada hasta el número 452, que es el último de la avenida de Finisterre, una cuidada vivienda situada a no mucha distancia de las ruinosas casas de San José, casi todas cubiertas de maleza o medio derruidas. Y es que en los pequeños viales perpendiculares a dicha avenida, como el que lleva al lugar de Cances, se pueden encontrar al menos otras tres en la misma situación, además de otro inmueble de cuatro plantas abandonado y en venta.

Entre las viviendas tapiadas están desde la que acogió en su día el Mesón Arzúa, en A Moura, hasta el inmueble que fue en su día la sede del club deportivo A Silva, del que queda solo el cartel de la fachada. En el primero de ellos todavía se mantiene en la fachada un enorme, y viejo, anuncio del Jerez-Quina dando cuente de que es algo «único en su clase». Una curiosidad, como la de esta avenida de las casas tapiadas.

Más de 50 pisos fueron ocupados hace cuatro años en un conflicto que espera solución

En medio de las numerosas casas tapiadas que hay en los lugares de A Silva y A Moura destacan dos edificios de nueva planta, uno con decenas de pisos vacíos y otro en estructura, a medio construir. Hace algo más de cuatro años se produjo un grave conflicto al entrar en uno de los inmuebles, el que está casi acabado, un numeroso grupo de okupas que se adueñaron de unas viviendas cuyos dueños las habían estado pagando a la constructora, que había quebrado. Finalmente, los okupas de al menos 52 viviendas abandonaron las mismas, bajo las indicaciones de agentes de la Policía Nacional. Ha sido una de las ocupaciones de pisos más numerosa que se produjo en la ciudad y la cuestión está todavía en los tribunales ya que los dueños de los mismos siguen intentando recuperar el dinero que invirtieron en ellos.

En esta zona hay otros inmuebles también en buen estado que, sorprendentemente, también están tapiados. Desde la Asociación de Vecinos del Ventorrillo confirman que se trata de una medida para evitar los okupas, «como ocurrió con las casas de San José». Y es que estas viviendas, en el límite entre A Coruña y Arteixo, fueron quedando deshabitadas después de que a principios de los años noventa desapareciera este núcleo rural para ser ocupado por la industria.