Irene lleva el mar a Meicende

Toni Silva ARTEIXO / LA VOZ

ARTEIXO

La joven licenciada en Bellas Artes posa ante la pared decorada por ella misma durante los últimos meses.
La joven licenciada en Bellas Artes posa ante la pared decorada por ella misma durante los últimos meses. Paco Rodríguez

Esta artista de 27 años humaniza un rincón del barrio de Arteixo con un espectacular mural de temas marinos

22 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El mar se ha colado casi a los pies de la refinería. De un azul intenso, muchos vecinos de Meicende ya tienen vistas al océano. Se lo ha llevado a la puerta de casa Irene Parga Todoroff, una joven artista de 27 años, residente en Pastoriza, y que ahora regala en su entorno buena parte de su formación en Pontevedra y Barcelona. Con su trabajo ha hecho más amable este rincón de un barrio marcado por las chimeneas y el transporte pesado. Desde la pared de un solar, Irene ha dado oxígeno marino al barrio con este enorme grafiti que presenta el lado más salvaje y mitológico del mar, con un monstruo amenazando a un galeón; otro más amable y entrañable (delfines y una ninfa sonriente); y la vertiente lúdica y deportiva, con un surfista en una paradisíaca playa.

Pero esta obra de arte a pie de calle también deja percibir las necesidades de la artista en una profesión de supervivencia e ingresos irregulares. «Lo hice para darme a conocer, lo empecé cuando acabé la universidad». Y para darse a conocer expone bien clarito y de forma también artística su número de teléfono. Su mejor publicidad era ella misma enfrentada a aquella pared. Así le cayó algún encargo de alguien que se paró a loar su dibujo. También lo alabó el dueño del inmueble al que Irene le pidió permiso para ejecutar allí su talento en acrílico «con mucho brillo».

Durante la ejecución, pintó en letras gigantes un grafiti con «Busco trabajo», al tiempo que exponía no solo el mural que gestaba sino otros cuadros ya acabados y allí estacionados.

Pero la opera prima de Irene Parga, en lo que a murales se refiere, se encuentra en la discoteca Seven Dance de Barcelona, ciudad en la que cursó su tercer año de carrera. «Pinté a la campeona de España de baile de salón, María Larenova, me dijeron que me habían contratado para hacer aquel gran mural porque transmitía mucha ilusión», recuerda Irene, quien también rescata otra frase que se trajo de su experiencia catalana: «Larenova me dijo: ??Cuando vuelvas a Galicia no dejas de pintar??».

Cuando se le piden referencias anímicas de la pintura a Irene, no hay que esperar nombres clásicos como Van Gogh o Picasso. «Los que más me gustan no son los típicos, me encantan nombres que reconozco que no son muy populares para el gran público, como el realismo de John Kaneshiro, el surrealismo de Sung ho Lee, o los juegos de profundidad del portugués Odeith con sus grafitis en 3D». En esa dirección progresan sus deseos artísticos, en las vanguardias y en medios más alejados de las clásicas dos dimensiones. En noviembre de este año se mudará a Madrid para hacer un máster de animación.

Es de suponer que al lector no le ha pasado desapercibido el segundo apellido de Irene, Todoroff, evolución del Todorov búlgaro. «Mi abuelo vino de Uruguay, a mí algunos me llaman la nieta del uruguayo», comenta.