El alegre adiós de la pescantina más antigua de la plaza de Lugo

Emiliano Mouzo A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

CESAR QUIAN

La pescadera de Bens cede el mando del puesto a su hija Chelito y a su nieta Yara

29 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado martes cumplió 65 años. Sus más de 40 veranos cotizados le permiten jubilarse y no lo dudó ni un instante. Es Rosa Parga Vázquez, de Bens. No se trata de una mujer cualquiera, sino que es la pescantina que más años lleva trabajando en la plaza de Lugo, «junto a una compañera que aún va a esperar un poco para dejar su puesto», contó.

Dejará su pescadería el próximo sábado, «pero lo haré muy feliz», explicó Rosa. Y lo hace con tanta decisión «porque al mando queda mi hija, Chelito», indicó. De hecho, la pescadería lleva el nombre de Rosa y Chelito.

Su adiós alegre no solo se debe a que el puesto «queda en muy buenas manos. Es que quiero disfrutar lo que me resta de mi vida y lo haré con toda el ansia y las ganas, porque llevó más de 45 años trabajando».

Sí. Rosa Parga comenzó su andadura laboral «cuanto tenía unos 14 años, aunque no lo recuerdo muy bien», dice la pescadera. Ayudaba a su madre en la venta de frutas «en la primera plaza de Lugo». Pero los frutos de la huerta «no me llamaban la atención. Cuando bajaba con mi mamá me fijaba cómo limpiaban el pescado mis compañeras de mercado».

El arte de abrir y escamar los peces, de sacarle las agallas, de quitarle las espinas «me llamó la atención y me volví marinera», al igual que su hermana mayor. Y nació una pequeña empresa «muy familiar».

Desde ese momento dejó de existir la noche para Rosa Parga. Mejor dicho, se acabó el dormir por la noche para hacerlo durante el día. A partir de ese instante el reloj vital despertaba a Rosa «porque nunca me hizo falta un despertador». Sus ojos se abrían a las tres de la madrugada «y a las cuatro ya estaba en el Muro, pero en aquella lonja abierta a los cuatro vientos donde el frío y la lluvia nos entumecía». Sus zocas de madera y sus chaquetas de lana le daban la vida.

Rosa y su hermana compraban todo tipo de pescado, «pero siempre de la mejor calidad, y del más fino». Siempre apostaron por las especies capturadas por la flota de bajura de toda nuestra costa, especialmente de la Costa da Morte: «Es el mejor». Ahora se va, echará de menos a sus clientes, «pero quedan en buenas manos», explicó.

«Me gusta viajar. Ya me anoté en el Inserso»

Para Rosa el sábado será el último día en la plaza de Lugo. Pero al igual que hacía en el Muro para parar las subastas a un precio razonable, «bueno para mí y para mis clientes», la pescantina más antigua de este mercado ya tiene todo organizado: «Ya me apunté en el Inserso».

La mayor afición de Rosa es viajar. Conoce casi toda España, «pero no me importa repetir». Y no descarta cruzar el Atlántico. «Tengo muchas ganas de ir a Punta Cana y a Estados Unidos, pero me agobian las muchas horas de avión», dice. «No es que le tenga miedo a volar, porque las placeras coruñesas a nada tememos, pero prefiero pisar en firme», indicó. «¡Ah!, y no me voy a morir sin hacer un crucero, quiero navegar por el mar que me dio de comer».

Ahora que se va, Rosa Parga, la pescantina de Bens, recuerda alguna anécdota de sus más de 43 años de pescadera. Rememora cuando una mujer llegó a su puesto y vio unas merluzas del pincho con su típico brillo, «me dijo que brillaban porque les había puesto aceite». Otra clienta le pidió que no desperdiciase el pescado al sacarle la espina. Le dijo: «No mujer, después de tantos años sacando espinas...».

Rosa le pasa los poderes a su hija, a Chelito, a la que ayudará su nieta, Yara, una licenciada en Educación Infantil: «Va a ir todo bien», sentencia la pescantina.